El día después del Nobel a Transtromer
Este 7 de octubre parece que no hay más noticias que la muerte de Steve Jobs y la vuelta a los cosos de la política de José María Aznar. Me sorprende que haya tanta unanimidad sobre la figura de Steve Jobs. Es cierto que Apple ha cambiado nuestras vidas. En apenas veinticinco años el mundo ha cambiado, nuestra percepción de él también. Habrá que esperar aún para ver los resultados. Algunos pensarán en eso de que todo tendrá que cambiar para que siga igual. Estos días estuve leyendo El mapa y el territorio, la última novela de Michel Houellebecq. Es curioso, es uno de esos autores que siempre he procurado que me gusten y hasta ahora, al menos, no lo he conseguido. El mapa y el territorio sí es una gran novela. Nos traslada a su visión del mundo a través de tres personajes. Uno de ellos es él mismo, el otro un policía a punto de jubilarse y el tercero, el protagonista es Jed Martin, un artista plástico que ha conocido el éxito, un enorme éxito, sin saber demasiado bien a qué es debido. Uno de los cuadros que le ha dado fama es Bill Gates y Steve Jobs conversando sobre el futuro de la informática, subtitulado La conversación de Palo Alto.
Dos defensores convencidos de la economía de mercado: dos votantes resueltos, asimismo, del partido demócrata y, sin embargo, dos facetas opuestas del capitalismo, tan distintas entre sí como podía serlo un banquero de Balzac con respecto a un ingeniero de Verne. "La conversación de Palo Alto", decía Houellebecq en su conclusión, era un subtítulo excesivamente modesto; Jed Martin más bien podría haber titulado su cuadro Una breve historia del capitalismo, porque, efectivamente, eso es lo que era.
Salto las "inteligentes" declaraciones de Aznar sobre el PSOE y ETA, ¿tan seguro está el PP de que van a ganar las elecciones que muestran sin pudor su cara más perversa?, y paso directamente a lo que estoy buscando: las crónicas y artículos sobre Tomas Transtrí¶mer y el Nobel.
En Público encontramos un artículo extenso de Peio H. Riaño, donde aporta una breve muestra de su obra. Nos quedamos con unos versos breves a modo de poética que él cita como posteriores al ictus. Creo que se equivoca:
Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras pero no lenguaje,
parto hacia la isla cubierta de nieve.
Lo salvaje no tiene palabras.
¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!
Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.
Lenguaje, pero no palabras.
También cita palabras de Rafael Espejo, de Antonio Colinas y de Martín López Vega. Fue este último quien, sin saberlo, me presentó a Transtrí¶mer. Fue el verano de 2010, en un programa de La Cuatro, donde presentaba algunas propuestas de lecturas junto a Javier Rodríguez Marcos. López Vega y Javier Rodríguez Marcos son dos de los poetas que más me interesan actualmente. Como no podía ser de otra manera, sus lecturas estaban dominadas por la Poesía. Entonces decidí leer El cielo a medio hacer, editado por Nórdica.
Carlos Pardo escribe también el El Público un artículo. Es lógico, fue el prologuista de aquella primera antología. Siempre he pensado que la Poesía que más me interesa se mueve y se expande a través de corrientes subterráneas. Sólo así se explica que, como Carlos Pardo dice de su obra:
... gracias al empeño de la editorial Nórdica es bien conocida y ha sido muy influyente para la poesía española más joven.
No sé si lo ha sido o lo va a ser. Dudo que lo sea, en todo caso, en la poesía más joven. Lo que sí me agrada, y mucho, es sentir que la editorial Nórdica va a revivir el milagro que ya ocurrió con Pre-textos, cuando Elias Canetti, de quien ellos habían publicado Las voces de Marrakech, recibió el Nobel. Aunque no olvido que en Poesía las cosas suelen ser diferentes.
En El País, lo primero que encontramos es una gran foto del autor, en su casa de Estocolmo, con los ideogramas caligrafiados en la pared. Me encanta esa imagen, ya lo he dicho y no me importa repetirme. Hay autores que escriben haikus por simple curiosidad intelectual o porque les resulta más fácil. No es el caso de Transtrí¶mer. La foto está enmarcada por una entrevista que le ha hecho Juan Antonio González Iglesias, otro de mis poetas favoritos del momento. Es una entrevista reveladora: nos muestra parte del mundo de Transtrí¶mer y, también, la admiración que siente el poeta salmantino por su obra. Me parece muy interesante. Deberían leerla.
Javier Rodríguez Marcos continúa abriéndonos caminos y, así, nombra una antología de 1991 que yo no conocía: Para vivos y muertos, editada por Hiperión y traducida por Francisco Uriz y Roberto Mascaró. Este ha sido el gran traductor de su obra al castellano hasta el momento. Ser, o haber sido, uno de los poetas favoritos de Wislawa Szymborzka, Seamus Heaney o Joseph Brodsky es un aval para futuros nuevos lectores.
Uno de los artículos que más me ha interesado es el de Roberto Mascaró, el poeta uruguayo que ha traducido su obra al castellano. Supongo que es el hispanohablante que siente el premio como más suyo. Nos cuenta cómo conoció al poeta sueco y algunas referencias que sólo él nos puede contar. Y hace referencia a Mónica, su esposa, su compañera, que es de las pocas personas que sabe lo que quiere decir el hombre afectado por una hemiplejia desde que en 1990 sufriera un ictus cerebral, que le afecta al lado derecho del cerebro. Yo sé bien de lo que habla, muy bien.
En El Cultural, de El Mundo leo la reseña de Deshielo a mediodía, que ha escrito, como ya hizo con la anterior antología de Nórdica, Antonio Colinas. No sé, pero supongo que se habrán cambiado los planes. Sería bonito pensar que un poemario de este autor tuviera el lugar principal del suplemento sin la noticia del Nobel. De todas formas, se agradece esta opción que le prestan al poeta.
En El Mundo encontramos una foto que también me emociona hondamente. Podría ser una foto de mi padre. No puedo evitarlo. No puedo ni quiero evitarlo. Es imposible abandonar esta sensación de cierta familiaridad con este señor que lucha cada día con una enfermedad que sólo los que la conocemos de cerca sabemos hasta dónde puede llegar. Al lado, otra foto con Mónica, su mujer. Admiro a esta mujer que sonríe mientras trata de poner en orden las palabras de su marido. Habrá otras ocasiones, o no, para los demás candidatos. Al fin y al cabo, no se trata más que de un premio, que en esta ocasión ha sido concedido a una persona que lucha definitivamente por su vida, por su voz, por su tranquilidad. Que sabe que sí, en estos momentos estará muy acompañado, pero que más tarde o más temprano volverá a sentir la soledad, a tener que vivir solo o en compañía de los muy suyos.
Un texto de Antonio Lucas nos ayuda a conocer algo más del poeta. Otro texto de Andrés Sánchez Robayna nos dice que él ya lo conocía hace muchísimo tiempo. Es interesante, claro. Me gusta el texto que escribe Luis Antonio de Villena, donde incide en el aspecto de lo oriental en la poesía de Transtrí¶mer. Le gusta la misma foto que a mí, o, al menos, una que le hicieron al poeta en el mismo lugar, con los ideogramas caligrafíados de fondo. Es cierto, yo también deseo ver lo oriental en la obra de este autor plenamente nórdico.
Si me preguntaran a qué autor español deseo conocer personalmente, tendría muy clara la respuesta: a Juan Bonilla. Hay que saber, claro, que ya conozco a algunos de los que más me interesan. Y hay otros que, intuyo, personalmente no me van a resultar demasiado interesantes. Con Juan Bonilla me ocurre eso desde que leí su Veinticinco años de éxitos, publicado por La Carbonería. Bueno, ¿a qué viene este rodeo? Pues a que Bonilla también escribe sobre Transtrí¶mer en El Mundo. Y es, precisamente en los artículos, donde se muestra más regular. Se aventura a decir que hoy por hoy le parece El gran enigma (2004) su mejor libro. Sus haikus están traducidos en Deshielo a mediodía (Nórdica) por Roberto Mascaró. Habría que enlazarlo con 29 haikus y otros poemas, publicado un año antes. En el último de los haikus de este libro, leemos:
Aves humanas.
Florecían los manzanos.
El gran enigma.
Y al final del libro que cita Bonilla, encontramos la solución:
Milagro.
El viejo manzano.
Está cerca el mar.