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Edward Snowden y Barack Obama: la bella y la bestia.

Recuerdo que hace cinco años me alegré mucho cuando Obama fue elegido presidente. Me dejaba llevar sin pensar demasiado, aunque ya entonces había cosas que me extrañaban. Ya entonces una amiga se quejó amargamente de que todavía no hubiera habido una presidenta de los Estados Unidos. Recuerdo que estando estudiando BUP, le pregunté a un profesor de Historia qué opinaba de John F. Kennedy y me dijo sonriendo "”entonces, los profesores sí podían decir lo que pensaban"” que el tal Kennedy no sólo era norteamericano, sino mucho peor: que era el presidente. Efectivamente, nos dejamos llevar por el dato de que Obama es demócrata "”del Partido Demócrata quiero decir"” y negro, y olvidamos que es estadounidense y, además, el presidente del país. Hay que tragar mucho para llegar a ser presidente de los Estados Unidos. Hay que tener las manos muy sucias, sí, mucho.
El día que dejó de parecerme un personaje algo simpático Obama fue cuando asesinaron a Bin Laden con toda aquella parafernalia que montaron. Bueno, seamos menos ingenuos: cuando nos dijeron que asesinaron a alguien que identificaban con Bin Laden. Tampoco es que me sorprenda. Los recursos del marketing estadounidense están ya muy manidos. Uno se imagina a Obama, o a sus asesores, mirando las fotos de Bush hijo con Aznar y Blair en mangas de camisa, en las Azores, y pensando: sí, así es como tendré que aparecer en situaciones importantes. Parecerá que les doy, que tienen, menos trascendencia. Algún imbécil pensará que criticar que un estado supuestamente defensor de los derechos humanos, ¿existe eso?, asesine a un personaje como Bin Laden, en una operación como aquella, es ser un terrorista. Uno, un imbécil de esos, escribió en el ABC que si un concejal de IU en el ayuntamiento de Sevilla llevaba puesta una camiseta con la misma imagen del Che que unos etarras en un juicio por asesinato, había que determinar que este concejal, el partido al que representa y sus aliados de entonces en el ayuntamiento de Sevilla, eran filoetarras. Sí, un tío hábil.
Tengo tendencia a irme por los cerros de Úbeda, así que seré claro. Lo que está tratando de hacer el presidente ese de Estados Unidos con Edward Snowden me parece una absoluta vergí¼enza. Sé que Snowden sabía y sabe a lo que se expone, pero aun así me parece terrible que no haya una durísima y si tiene que ser violenta, pues violenta, respuesta. ¡Ya está bien de permanecer impasibles mientras nos machacan sin piedad! Ojalá hubiera más países como Ecuador, que plantaran cara con lo poco que tienen al gigante, al estado terrorista más infernal, al mayor asesino, de todos los tiempos, a los Estados Unidos de América.
¿Realmente alguien no sabía que los estados nos espían impunemente a los ciudadanos de ese país y de cualquier otro?