Alberto García Alix
Siempre tiendo al mar y muy especialmente a las islas, donde me ha pasado todo lo bueno y todo lo malo, pero estos días a donde quiero acercarme es a Madrid. Los motivos son los de siempre. Tener un grato encuentro con algunos amigos y familiares, pasear por el centro metiéndome en todas las tascas, escuchar jazz en directo en la calle Huertas, comer en algún sitio en La Latina o Chueca y perderme en cualquiera de sus librerías. Hay muchos Madrid en mi memoria. Uno de ellos es el que me presenta Alberto García Alix. ¿Recuerdan ustedes a Alberto García Alix? Seguro que sí. Es uno de los artistas que perduran desde los tiempos de la movida. Sus fotos en blanco y negro retrataron algunos de los gestos más evocados de aquellos años. Recuerdo especialmente la serie de Elena Mar, que nos mostró el viaje de la plenitud (Elena Mar, odalisca en mi patio) al sufrimiento (El dolor de Elena Mar).
Hubo artistas que acabaron con el final de la década mágica; él no. Su obra es de un aliento sostenido con momentos cumbre pero siempre manteniéndose en una dignidad que para sí quisieran tantos y tantos, y que para mí quisiera yo.