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"BLrRTuV", por Miramamolín, el Moro.

Ahora que Hugo Chávez nos ha dicho por donde se mueve el diablo, con lo que nos será más fácil evitarlo y, por tanto, alcanzar la santidad; ahora que el furriel Aznar, siempre cuadrado ante su general O'Bush (¡huy, que me da!), nos enseña lo más trasnochado de la historia, algo que nos permitirá andar de botellón completamente instruidos yo me permito mostraros la contraseña que os puede facilitar el acceso a una parcela de la lucidez. Sólo a una parcela, que abarcarlo todo es imposible salvo para algún que otro elegido -no se sabe por quién-, o enchufado, como uno que yo me sé, el tipo, que, del bracete de un cátedro amiguete de su papi, aprobó catorce asignaturas de la carrera en la convocatoria de junio.

Esta contraseña no es una contraseña cualquiera, que es un PIN (supongo que contraseña, PIN y password son la misma cosa, pero no os fiéis demasiado de mi erudición informática) maléfico para el común, y beneficísimo (¡jo!) para quienes se esconden en ella.

En principio, se supone que cuando uno pulsa un PIN accede a algo que le puede aportar información, formación, comodidad en alguna tarea, placer, etc... Pero no es el caso. Con esta contraseña se accede a la ignorancia, al mal gusto, al retroceso mental, a la alienación, a la corrupción, ... Podría entenderse, no justificarse, que alguien quisiera entrar en estas cosas para obtener lucro o ventajas de cualquier tipo, mas quienes la pulsen sólo obtendrán los perjuicios enumerados arriba.

Es una contraseña muy rebuscada, porque no se trata de teclear en el ordenata, aunque también se puede hacer así, sino de buscar en una relación o en un esquema: en una nómina. Y estas letras no son iniciales de nada. Van solas o entre paréntesis y a continuación un nombre. Esa relación está en un lugar, en principio custodiada, pero no secreta, ¡qué va!, al contrario, los nombres que la componen, y me refiero a los de las letras de la contraseña, bien procuran que se conozca el emparejamiento.

Y ahora, cualquier cibernauta puede verlos si entra en la web de la Real Academia Española, porque estamos fablando de los sillones que llevan una letra asociada y de los ocupantes actuales, que se caracterizan por algo muy negativo respecto del mundo de las letras. Así:

B
F. Fernán Gómez
(basta leer sus memorias para comprobar lo mal escritor que es, con muletillas como “en lo que...” a cada momento).
L
M. Vargas Llosa
(plúmbeo, rebuscado y encima facha).
r
Mingote
(redactor infantiloide, ¿qué nos puede enseñar de lengua, si sólo es un chistoso monárquico?).
R
Javier Marías
(el peor escritor de toda la historia de nuestra lengua. En sus libros ignora el significado de “sendos” y confunde “vergonzante” con “vergonzoso”, por poner sólo dos ejemplos).
T
Pérez Reverte
(gracias al cual podemos hacernos una idea de Dumas, el de los mosqueteros aquéllos. O sea, un escritor de hace siglos, el tal Arturo).
u
Muñoz Molina
(otro pesado que le sacó provecho a “la bodeguiya”).
V
J. L. Cebrián
(¿qué pinta en la “docta casa” si la suya es una casa rusa?).

La crítica honrada les ha puesto a parir con frecuencia, pero eso no llega al gran público. Por eso he querido avisar a navegantes. Es más, cuando tengas que consultar el diccionario, si se trata de una palabra que empiece por alguna de estas letras, no te fíes: acude a ediciones antiguas, de cuando los que andaban por ahí eran sabios y no oportunistas.

De todos modos, algo podéis ver en Lafieraliteraria.com y en la sección de cultura de rebelion.org, lugares en los que se demuestra que la cultura se ha convertido en negocio y que se promociona a los malos escritores porque son los únicos que escriben con el nivel de un público lector cada vez menos culto - gracias a los planes de enseñanza media- que constituye “el nicho” de clientela potencial en las secciones de libros de los hipermercados.

Junto a la pescadería.