El boletín
Ayer fui asaltado por un boletín rodeado de acólitos del P(SO)E. Impecables. Correctos. Sonrientes. Necrófilos. Deambulaban por el impoluto cementerio erigido en la transición. Tumbas unifamiliares donde los espectros loamos a la gran clase política. Profesionales del vacío. De un vacío sustentado en el suicidio de los que amamos la incorrección, el llanto y la rabia. Como en la transición. Inmaduros. La sensatez llegó con la casta política. La derecha ya tenía la suya. La de la izquierda se gestó en el lecho de muerte de Franco. Y el conserje con coleta fue trasladado a un piso invisible del Congreso. A todos les germinó la flor de la corbata. Serios. Amantes de la falsa corrección burguesa, entronizaron la mano izquierda de la reina Victoria. Fusilaron a Marx y hasta el P(C)E invirtió en una empresa de alta cosmética, (I)U. A fin de cuentas, la industria del lujo es la que mejor funciona en estos tiempos de crisis en los que vivimos.