Un poema de "Ruido de venenos", de Eva Vaz
EL HUNDIMIENTO
Fue el instante de la lucidez antes de
la muerte. La rama verde.
Un instante: el amor, la vida, el embalse,
aquella cama silvestre ajena al desastre:
no íbamos a morir.
Y tú te hundiste dentro de mí
y los dos nos hundimos en el agua.
Nuestra placenta enterrada en el agua,
ahogándose en una cotidianeidad paliativa
hasta la muerte. La muerte inexorable,
la muerte paladeando lujuriosa
la membrana impermeable y nutricia
de nuestra familia.
Un huevo huero.
Nada.
Hoy he vuelto a hacer el amor urgente
de la adolescencia. Él se ha hundido en mí
como un agua limpia disolviendo todos los coágulos.
Parecían medusas muertas.
Y ahora tú y yo somos dos extraños.
Y ahora nuestra vida no es más
que un tema de conversación.
Ni eso.
Logra tensión sexual el poema, sí señor.