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Odiamos a los Glass

Holden Caulfield ya era bastante tonto y cansino, pero con los Glass no puedo. No sé quién me cae peor: si Zooey, con su grosería y su habano maloliente y su poca gracia, o Buddy, que es como un cura supuestamente ingenioso, impregnado de seminario hasta la última cana. En realidad todos los Glass son unos pedantes insoportables. Me gusta Seymour, porque se muere rápido y nos libera de su balbuciente presencia. Boo Boo promete ser una gorda ama de casa con quince shurumbele, por tanto inofensiva. Franny, con echarse ese novio odioso y fanatizarse con un libro tontorrón ya tiene bastante.
Sólo de la mente retorcida de ese tipo que hizo desdichados a todos sus hijos y que bebía orina como terapia han podido salir tal cantidad de pedorros.
Queda inaugurado el club Odiamos a los Glass. Si no eres un adolescente atontolinao (valga la redundancia), únete.
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alejandra sirvent
alejandra sirvent dice:
15/07/2012 16:53

José Luis:

¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal? Me alegro mucho de que sigas escribiendo, te va bien por tanto. Yo estoy muy bien, aquí ayudando a mi familia en Pravia, escribiendo también. Está feo el tiempo, me voy a ir a Cádiz unos días (15 para ser exacta) con mis padres y creo que va mi tía. Estaría bien llegar a vernos allí, tomar algo, aunque igual no tienes tiempo. Primeras dos semanas de agosto. Tengo un montón de literatura escrita de este tiempo. Yo sé que te metes por muchos libros, así que no sé si tendrás tiempo de leer nada mío ahora... En todo caso, si te apetece ¿poema te mando, cuento...? Tengo la novela, que es de sacrificarse más y más hasta que la niego: no soy yo la prota, los dolores y los placeres son más largos en la novela. ¿Ves a muchos escritores? ¿Eva, qué tal lleva el tridente del verano? ¿Evita, qué tal, viene mucho a Asturias, venís? A ver cuándo nos vemos. Pienso en tantas prisiones que sufrieron víctimas del mundo y creo que la prisión de amor es la mejor, la del alma, la que siempre se sueña, obses, obsesión... No es tan difícil pronunciar lo que queremos, somos fuertes bastantes para no aumentar tanto el silencio y no agarrarnos al lenguaje. La obsesión por la belleza es limitada en el mundo, es buena, ética, ¿verdad? Sí. Y es inteligente. El camino es obsesivo, constante, ruidoso también, lleno de sonidos que nos recuerdan la necesidad de la comunicación, la correcta, la de volar con alas de metal un trayecto feliz y tantas cosas nuestras. Luego está la obsesión de la fealdad, la de librarse de ella hasta un punto posible: allí donde está el limite ya no podemos. Hablamos de la fea muerte y que linda con la belleza de seguir viviendo también. Entenderse con los y las colegas es valorado, no sólo una palabra como "ciencia", luego descubres que es la ciencia del amor la que tiene la gente. La simpatía y la diversión la valoramos en relación con la idea de la fealdad también: no me gusta que estés fea, no me gusta estar feo, no podemos olvidar la primera persona. Entonces, la idea de medicina funciona. La muerte la menos fea posible se consigue con fe en Dios y en el Diablo. No se tiene un mal pánico, sino un buen pánico. Controlado. La obsesión por la fealdad, corta, hacia un cocodrilo. Por ejemplo. Es mayor la obsesión por la belleza de tener un zoo. Pero tiene su atractivo mayor y bien definido el cocodrilo feote en parte. Lo que pasa es que los seres humanos tenemos el nivel de existencia mejor y la exigencia es mayor en cuanto mejor, por lo que no podemos ser tan feos de comportamiento. Cuando surgen esos instintos feos creamos una expresión de ello, que recordamos, para contener la energía negativa, fea. Así, nos protegemos para la hora de la muerte, pidiendo que sea buena, porque nos hace falta. Eso es la serenidad de saber interpretar el mundo. Cualquiera se da cuenta de que hay maldad minuciosamente diseñada para no aceptar ese trato. No vale rayarse de balbuceos. La riqueza es una exigencia también por la responsabilidad pedida y conocida, totalmente normal. Se conoce el subconsciente y la conciencia con valor rico. El lenguaje es normal que por cualquier ser humano se descubra ya rico. ¿Por qué querer hablar de mala ciencia, de ciencia, de una educación, por qué presumir de ciudadanía? Es entretenido, es atractivo, es rico, es poderoso, es inteligente, para la literatura. Y para la vida también si las personas entienden que la riqueza es algo que siempre se puede saber que certidumbre que tenemos. De certidumbre tenemos mucha, muchísima, además de incertidumbre. La tranquilidad vital llega a todo el mundo con religión por la certidumbre. El dulce frenesí. ¡Hasta la próxima, pringaos de tinta! Besos.