Luis Estrada
Ya supondréis que no es de gusto escribir entradas como esta. Hace unos días os hablaba de Argentina y mi hermano Juan mencionaba en un comentario a Marichu. No os conté que también, hace muy poco, se mató en el coche Vicente, el muchacho que trabajaba en esta urbanización. No sé si decir que era un amigo pero era la primera persona que veíamos al levantarnos, un gitano cabal, educadísimo, una gran persona con quien tratábamos a diario y al que jamás, en años, vimos un mal gesto sino todo lo contrario. No sabemos qué decirles a sus padres, que son las mejores personas que se pueda imaginar.
La mala racha sigue y hoy me entero de la muerte de Luis Estrada Sión, el quinto (aunque parezca un contrasentido) del Cuarteto Torner. Sus padres fueron vecinos de los míos desde siempre y yo conocía a Luis desde que no levantábamos metro y medio.
Y al enterame de su muerte me ha entrado una punzada de remordimiento. Cuando éramos niños, mi hermano y yo solíamos llevar y traer a Luis a la escuela. Estudiábamos los tres en Sampedro y él tenía tres años menos que yo: le llamábamos Luisín. Ya sabéis cómo son los niños: no les gusta que les endosen a uno más chico. No le prestábamos mucha atención. Pero recuerdo que un año, al comenzar a clase después de las Navidades, mientras subíamos hacia la escuela, ni siquiera le pregunté qué le habían traído los Reyes. Él lo notó y no dijo nada. Jamás se quejaba cuando no le hacíamos caso. Era siempre dulce y sonreía poco, más con los ojos que con los labios. Ya entonces cojeaba, sin que él ni nosotros supiéramos lo que significaba eso.
Si yo pudiera desandar el tiempo, como soñamos todos a menudo, una de las cosas que haría es preguntarle a Luis qué le trajeron los Reyes y qué le trajo la vida en general, porque en 37 años sé perfectamente que la vida le trajo muchas cosas. Y él no me tendría en cuenta haber tardado tanto en preguntárselo.
Si, como decía Borges, los orbes y los tiempos se confunden y lo que no ha ocurrido puede haber sucedido de algún modo, yo voy ahora con Luis camino de Sampedro y es real y somos niños y hablamos de regalos desenvueltos con emoción y de cómo será el día y no decimos nada de la vida que tenemos por delante y que entonces no sabíamos que iba a ser tan buena y tan desdichada y tan feliz y tan corta.
En esa fantasía que yo quiero posible, Luisín no cojea.
(Dedicado a Luis y Tere)
Gracias por poner algo tan bonito de mi primo, desde la familia todos te lo agradecemos,....