Fitzgerald, Savater, cine...
Sólo he salido de casa para recoger en Sevilla a Fernando Savater, que daba una charla en Huelva, y cenar con él. Deslumbrado por su conversación y su humanidad y asombrado de la estulticia de la gente. Muchos que venían de comidas de Navidad, que salían del comedor a las 7 de la tarde jartos de chupitos, se acercaban en el bar donde tomábamos una copa antes de su intervención para saludarle y para decirle cuánto admiraban sus libros (que probablemente no habían leído) y para echarse atrás en cuanto les decíamos que a continuación podían ir a oirle en el Hotel París. No fue ni uno. Fernando se mostró amable con todos, sin embargo.
Hago descansos de cine, viendo películas nuevas y viejas. Por ejemplo, dos que me perdí en su momento y que ansiaba ver. Hubiera sido mejor no hacerlo. Habitación en Roma tiene el aliciente de sus dos protagonistas, sobrecogedoramente hermosas. Lástima que toda la sensibilidad y ternura que ponen en el papel se pierda en un guión que pretende ser intenso y raya lo ridículo. Hace falta ser caradura para manipular así al espectador: con pseudopoesía y falsa intensidad pero jugando la baza de la carne.
El cónsul de Sodoma supera cualquier previsión: es zafia, grotesca y superficial. Me extrañó ver el nombre de Miguel Dalmau entre los guionistas de esta caricatura de Jaime Gil de Biedma, porque su biografía del poeta me pareció no sólo una gran biografía sino un libro emocionante, profundo, poético e imprescindible. En su día lo dije así en mi reseña en "La Nueva España", pero me temo que fui el único crítico que lo elogió, y sigo sin comprender por qué nadie más apreció este poema biográfico. La película, en cambio, es bochornosa. Con decir que ni el gran Jordi Mollá la salva...
Afortundamente, nos quedan los clásicos. He vuelto a ver La cabina y El hombre tranquilo. Hacía tal vez treinta años que no veía La cabina y me ha sorprendido comprobar que no ha envejecido nada, que sus múltiples lecturas siguen siendo válidas, que su inquietante atmósfera de cuento cruel no ha perdido un ápice de fuerza. Ojalá el cine español siguiera produciendo obras maestras como esta.
En cuanto a El hombre tranquilo, ¿qué decir de una película que no tiene un fotograma de más, que es perfecta (emocionante y divertida y gamberra y genial) desde el primer segundo hasta el último? De ella se puede decir lo que exclama Michaleen Flynn al contemplar la cama rota en la que supuestamente han pasado su noche de bodas Sean y Mary Kate: "¡Impetuoso! ¡Homérico!".
A mi con "El hombre tranquilo" pásame dalgo curioso, ye d'eses películes que puedes haber visto 1000 veces, pero que si te l'alcuentres na tele faciendo zapping (como me pasó ayeri a mi) entames a vela pa facer tiempu esperando qu'entame l'otro que tabes viendo y cásique ensin date cuenta acaba la película y nun pusidisti quitar los gí¼eyos de la pantalla y nin t'alcuerdes de lo que tabes viendo enantes: una absoluta e hipnotizante maravilla.
Dalgunes anécdotes que se narra nel llibru "Print the legend", biografía de John Ford: dalgunos de los neños que tan con Mary Kate durante la carrera de caballos son los fíos del propiu John Wayne; l'hermanu del director, Francis Ford, fai un papel na película, el vieyu barbudu que sal delles veces; y el nome de la protagonista, Mary-Kate, bien de xuntar dos de los grandes amores de John Ford, la so muyer Mary y Katharine Hepburn.
Un abrazu y felices fiestes y bon añu 2011.