De regreso de las Asturias de Oviedo
Casi recién vuelto de Asturies. Han sido unos pocos días pero sustanciosos. Me ha dado tiempo a ver a mis padres y a muchos amigos (no a todos los que quisiera), a hacer algo de turismo, a perder dos amigos y a presentar un libro ("La hestoria tapecida", de Xuan Bello, totalmente recomendable).
He comprobado hasta qué punto he dejado de ser urbanita, incluso para una pequeña ciudad. Un día iba caminando por la Plaza de la Escandalera (el Manhatan de Oviedo) y de pronto pensé: A dónde va toda esta gente, a dónde voy yo, por qué parecemos todos abejitas en una colmena, apresurados y diligentes, cómo es que me agobia tanto tanta gente y tantos coches... Comprendí que el urbanícola de otros tiempos había pasado a mejor vida. Necesito lo que tengo aquí: soledad, tranquilidad, sol, una playa inmensa solo mía. Ausencia de género humano en demasía.
Siento los dos amigos perdidos. Sólo por eso mejor no haber subido. Son decepciones que da la vida. Van en el lote. Pero duele.
Intentaré contestaros uno a uno a los amigos que me habéis dejado mensajes. Quizá tarde un poco: nos hemos bajado acompañados de mi hermana Raquel y tratamos de apurar la felicidad de estos días juntos. Soy codicioso de la felicidad: estoy muy necesitado.
Y algo matao.
En breve con vosotros, mes amis.
Creo que te has comido el "villanos, que no hidalgos" que habría de ir en el segundo verso.
Luego me llamas 'friki' si me pongo a recitar con Pelayo Fueyo el 'Romance del infante Arnaldos' a altas horas de la noche.
Abrazos.