URGENCIAS DE PSIQUIATRÍA
Si tus ojos, algún día,
me descubren
ante una pantalla en el bar
viendo
fútbol y gritando,
llévame a urgencias de psiquiatría,
amiga, amigo, amigue
del alma mía.
Y si voy a una romería,
no lo dudes:
es que estoy como el otro día.
Si bailo o pienso en positivo,
con calzones cortos
por la pública vía,
las moscas me acariciando,
el vello cosquilleando
y el sol me quemando,
llama a urgencias de psiquiatría.
Y si estoy en una fiesta
con la cara divertida,
beban lo que beban
y digan lo que digan
festejantes y compañía:
no te quepa duda,
merezco ir a
urgencias de psiquiatría.
¡Ay ...! Si grito ¡viva el rey!
o pongo un rock
allende la carpintería
y con volumen de ensordería,
coge el móvil
y llama
a urgencias de psiquiatría.
Si corro por la acera
con capirote, cirio, MP3 o
calzas adheridas,
si gasto en "ecológicos"
lo que gano cada día,
o sigo las modas
de la televida,
me esperan
en urgencias de psiquiatría.
Contumaz, todo lo haré,
porque las féminas del servicio
con sus batas blancas,
su paciencia,
sus jeringas y dulces palabras
me enamoran, me entienden
me estimulan, me hacen vivir
y no me chingan
como la vida.
El Vate Orate
¿Y qué pasa con el 112, Manuel? Que me voy a quedar sin trabajo, hombre.