...yo incluso dejé de ser
ese espejismo poético,
esa transformación casi diabólica,
casi religiosa envuelta en la última plegaria.
Casi dejé de ser, e incluso de estar
en esta selva, aniquilada, calcinada,
edificada con retales de almas.
Dejaron de caer las primeras gotas
de aquella última lluvia, de aquel último otoño.
Dejé de ser el guardián de los límites del infinito,
ese capitán de barco de mares inundados,
para construir puertos añorados en las resecas orillas
de los sueños.
Dejé de ser ese suspiro
ese corazón perdido en sus latidos sin ritmo,
dejé que mis sombras se dibujaran sin formas,
sin nombres, de colores transparentes...
Sí, ya dejaron de caer las primeras gotas
de este otoño que renace, de este cuadro coloreado
de palabras anónimas.