" Mutaciones " ( by Juan José Millás )
Esto sí que es UN PEAZO ARTÍCULO.
(guapo guapo donde los haiga)
Mutaciones ( by Juan José Millás )
Cinco sentidos son muy pocos para hacerse cargo de la complejidad del universo. Con los cinco sentidos no se percibe ni el 1% de la realidad, sobre todo si son tan limitados como los nuestros. Si usted tiene perro y lo saca a pasear tres veces al día, habrá comprobado la avidez con la que huele todo, el empeño con el que escarba para "cazar" los olores atrapados en la tierra. Creemos que el olor asciende, como el gas, pero los perros nos enseñan que se depositan en el suelo y se filtran a través de sus poros en dirección al infierno. El perro no huele: lee. Cuando aplica su nariz a una mancha de humedad depositada allí por una perra, está averiguando su estatura, su raza, su edad, quizá también su dirección y su número de teléfono. Hay una novela antigua de Paul Auster, Tombuctú, contada desde el punto de vista de un can, en la que se señala la superioridad del olfato del perro en relación al nuestro.
A cambio de esa agudeza olfativa, el perro apenas ve.
A nosotros nos excitan más los desnudos que los olores porque tenemos privilegiado el sentido de la vista. Pero los cinco sentidos, aun en los casos de mayor agudeza, no bastan ni para asomarse a los bordes de la realidad. Los sentidos tienen una utilidad práctica. Sirven para no chocar contra las paredes; para escuchar el ruido de la tormenta antes de tenerla encima; para no envenenarnos; para detectar un escape de gas Son inútiles desde el punto de vista de la sabiduría. No hay forma de construir un sistema filosófico con la ayuda del olfato ni una teoría del conocimiento con la colaboración del tacto. Al contrario, para levantar una teoría cualquiera, pongamos la de la Relatividad, conviene prescindir de los sentidos, que no hacen más que enredar.
La otra noche, en Madrid, cuando se produjo el incendio del edificio Windsor (¡vaya nombre, por cierto!), mucha gente a la que sorprendió en sus alrededores se fue corriendo a casa para verlo por la televisión. Sabían que el olfato, el tacto, el gusto, el oído, incluso la vista, mentían más que el Sony. Quiere decirse que la tele se ha convertido en un sentido más.
Quedan como sigue: tacto, olfato, oído, gusto, vista y tele. Mutaciones.
(guapo guapo donde los haiga)
Mutaciones ( by Juan José Millás )
Cinco sentidos son muy pocos para hacerse cargo de la complejidad del universo. Con los cinco sentidos no se percibe ni el 1% de la realidad, sobre todo si son tan limitados como los nuestros. Si usted tiene perro y lo saca a pasear tres veces al día, habrá comprobado la avidez con la que huele todo, el empeño con el que escarba para "cazar" los olores atrapados en la tierra. Creemos que el olor asciende, como el gas, pero los perros nos enseñan que se depositan en el suelo y se filtran a través de sus poros en dirección al infierno. El perro no huele: lee. Cuando aplica su nariz a una mancha de humedad depositada allí por una perra, está averiguando su estatura, su raza, su edad, quizá también su dirección y su número de teléfono. Hay una novela antigua de Paul Auster, Tombuctú, contada desde el punto de vista de un can, en la que se señala la superioridad del olfato del perro en relación al nuestro.
A cambio de esa agudeza olfativa, el perro apenas ve.
A nosotros nos excitan más los desnudos que los olores porque tenemos privilegiado el sentido de la vista. Pero los cinco sentidos, aun en los casos de mayor agudeza, no bastan ni para asomarse a los bordes de la realidad. Los sentidos tienen una utilidad práctica. Sirven para no chocar contra las paredes; para escuchar el ruido de la tormenta antes de tenerla encima; para no envenenarnos; para detectar un escape de gas Son inútiles desde el punto de vista de la sabiduría. No hay forma de construir un sistema filosófico con la ayuda del olfato ni una teoría del conocimiento con la colaboración del tacto. Al contrario, para levantar una teoría cualquiera, pongamos la de la Relatividad, conviene prescindir de los sentidos, que no hacen más que enredar.
La otra noche, en Madrid, cuando se produjo el incendio del edificio Windsor (¡vaya nombre, por cierto!), mucha gente a la que sorprendió en sus alrededores se fue corriendo a casa para verlo por la televisión. Sabían que el olfato, el tacto, el gusto, el oído, incluso la vista, mentían más que el Sony. Quiere decirse que la tele se ha convertido en un sentido más.
Quedan como sigue: tacto, olfato, oído, gusto, vista y tele. Mutaciones.
Por eso gustan tanto las pelis porno.