"Capaz pero no capataz" (by alargaor)
Versátil como un Dios que esté en todas partes, menos en una, a la que llaman pasotismo, nuestro capaz pero no capataz, todo lo sabe, razona, escudriña, procesa, transforma, distribuye, ejecuta, y cuantos verbos queráis imaginar, que yo, alargaor, no soy capaz.
El sí, más que por definición, por título.
A estas alturas ya debéis de saber que os estoy hablando de ahínco. Por una vez, si es que llego a reprimir ese instinto tan fonético, no jugaré con la rima, porque si hay alguien que no se merezca una respuesta chocante, ése es mi ahínco: mi más apreciado compañero de trabajo.
Ahínco, capaz pero no capataz, jamás te da un mal grito. Ni a mi, ni a nadie. Ni siquiera és capataz de si mismo, pues no puede estar ni caminar sólo por la vida.
Su único defectillo, que no incapacidad, es, como digo, su total dependencia. Necesita de tí, de mi, de todo aquél que desee utilizarle. De alguien a su lado siempre.
Por su fortaleza física e intelectual, por sus innumerables e incansables actividades, diría que, por encima de todo, ahínco es el esfuerzo personificado, un fatiga de la vehemencia, un responsable, serio y formal de tomo y lomo, un peñazo útil. Aunque, eso sí, es pegajoso como él solo, aunque jamás así lo esté, porque se mueve en muchas frentes. Necesita hacer las cosas, concentrarse en la acción, trabajar al máximo para y con alguien. Aunque sea algo plasta es, alguna tara social tenía que tener, una traba sicológica, dicen los sicólogos, o por alguna predeterminación genética, vaya usted a saber. Pero vaya, vaya, y dése prisa, que si no irá él a enterarse, y entonces su testimonio -sobre él mismo- podría no valernos un pimiento por lógica incompatibilidad, o por subjetivismo strictu sensu per se. Per se él el que é.( Y perdónenme por esto).
Además es de un altruista que impresiona. Si alguna vez trabajas con ahínco, y triunfas en algo o alguien, hasta te parecerá injusto que seas tú -nunca él- a quien abracen, asciendan, o el que suba y recoja un diploma, o la medalla al mérito.
Ahínco ni siquiera subirá contigo al entarimado. Eso sí, te esperará sentado abajo en la butaca de al lado, te sonreirá y compartirá contigo las mieles de tu/su éxito. En ese entonces, eufórico tú, ya te lo querrás quitar de en medio. Y lo harás, pero no por egoísmo, sino por abatimiento, por su aplastante pesadez, y por cansancio.
Pero a ese señor, cansancio, le dedicaremos otro día una columna que pese bastante menos Kbs. que ésta.
¡¡Por el culo te la hinco!!
:)