Ay si los ficus votaran ( by Iván Rodríguez Pascual )
---- DEBE SER PORQUE LOS ÁRBOLES NO VOTAN -----
por Iván Rodríguez Pascual
-Sociólogo,profesor de la Universidad de Huelva.
Leo con consternación en la prensa local de este sábado que Huelva va a perder una más de sus señas de identidad. La reseña anunciaba que esta misma semana comenzarían las obras de remodelación y mejora (¿?) y, como si de un detalle molesto se tratara, apunta la noticia en apenas tres líneas que se eliminarán los ficus que adornan el costado oeste de nuestra popular plaza de las Monjas. Son unos gigantones verdes, esos viejos ficus cuyo ramaje ha amparado del calor a muchas generaciones de onubenses, y apenas merecen tan triste epitafio entre tanto despliegue informativo sobre las iniciativas señeras de nuestro gobierno municipal. Pero ha sido siempre así, no vamos a engañarnos ahora. Somos capaces de pasar junto a ellos y no perder un minuto en admirar la generosidad con que nos regalan, cada día, la visión de esa naturaleza serena y fresca de la que esta humilde capital siempre ha carecido entre tanto ladrillo, cemento y fuente grosera como abunda últimamente. Parece que un briboncete desmemoriado con un título bajo el brazo ha decidido que alguna palmera escuálida, de esas que no dan cobijo ni para parar de perfil a encender un cigarrillo en una tarde de verano, sustituirá a esos titanes cuyas semillas hubieron de esperar a que el almirante cruzara el atlántico para que llegaran hasta nosotros.
Y lo digo con conocimiento de causa porque acabo de regresar de una larga estancia centroamericana en la que he podido admirar a sus parientes creciendo al otro lado del mundo, y no he dejado ni por un momento de sentirme orgulloso de vivir en una de las pocas ciudades de nuestra piel de toro en las que existe tal testimonio vivo de esa historia que nos une a los latinoamericanos, unas veces por la vía de la brutalidad y otras veces por lazos que atan más dulcemente, con un sentido mucho más auténtico que esos lugares colombinos de cartón piedra que las oficinas de turismo gustan de reseñar. Qué quieren que les diga: se echa de ver que hay ciudades que aman su pasado y se levantan sobre él con sensibilidad mientras que otras prefieren automutilarse y devorar su propio y mermado patrimonio con la misma saña con que Saturno mordisqueaba a sus hijos sin importar el daño que a sí mismas se inflingen y sintiéndose satisfechas de su propia ignorancia. Pues nos guste o no, aquí se trata con desprecio lo que de auténtico existe entre nosotros para promocionar con fruición los espectáculos ajenos, la pandereta de atrezzo y la esa identidad típica y tópica con que el Ayuntamiento premia a sus electores que, por otra parte, supongo que tienen ni más ni menos que lo que se merecen y justo lo que desean.
Por unos momentos me vienen a la cabeza soluciones desesperadas: encadenarme al vigor de sus troncos, movilizar a los amigos si es necesario, enarbolar una pancarta ahora que vuelven a estar de moda. Pero sé que estoy sólo en esto, que me toman por loco si paro debajo de esos árboles y me pierdo en el eco frondoso de sus hojas cuando las acaricia el viento que viene del atlántico como si les trajera noticias de esos parientes lejanos que ahora ya tienen otra pérdida que lamentar; que para una gran mayoría son un incordio perfectamente prescindible, como todos los incordios, y que los cambiarían con gusto por una calle más ancha para sus coches bien cebados o alguna otra necesidad de ese nuevo desarrollismo que no es mucho mejor que los que ya hemos vivido. Pero, esto es lo que hay, el signo de los tiempos en mi humilde capital: Fútbol de primera, urbanismo de tercera regional.
http://www.elpais.es/recorte.php?xref=20060615elpepivin_5&id;=XLCO&type;=Ges
Bueno, bueno, es que somos pocos y cada vez son más los frentes que atender. El otro día en la parodia futbolística organizada por Pobreza Cero, no se dejó de hacer mención al tema de los ficus (gracias al improvisado y genial comentarista del evento deportivo también por esto) pero la gente que venía de Zara y otros lupanares del consumo ni caso (ni a lo de la pobreza, ni al performance, ni a los ficus). Hieráticos, como iconos virtuales. Poero bueno, quizá la falta de efectivos para la acción pudiera suplirse con imaginación y arrojo, y, tal vez, alguna movidita se podía ir organizando. Yo, aunque sea una gilipollez lo que se me acaba de ocurrir, por proponer que no quede. Digo que:
Primero: se podrían recolectar (no sé cómo ni dónde) unos restos de podas y llevarlos al mismísimo despacho del Gerente de Urbanismo (a Perico Rodri no, que seguro que hace un par de chistes y se rie mucho, que a ésta hombre le cabe "to").
Segundo: aprovechando el fervor recreativista, se podría cometer un atentado ecológico menor, pintando los fícus de albiazul (con pintura ecológica, biodegradable y fácilmente eliminable y demás) y colocar unos cartelitos que pusiesen algo así como "Nosotros también somos del Recre, y queremos seguir jugando, aunque no sea en una ciudad de primera" (buff! que largo)
Tercero: (bueno esto lo censuro, aunque sea lo que me pide el cuerpo, porque además de poder ser considerado como conducta delictiva, uno es un cobarde) Sólo diré que las gentes de Astilleros siempre me ha parecido que tienen los huevos y los ovarios bien puestos.
Cuarto: Bueno, que siga quién tenga más imaginación que yo.
¡Ah! y por los foros también he visto alguna idea interesante. Aunque la verdad, yo, tampoco me veo con la agilidad como para encaramarme a un ficus. Que uno ya va teniendo sus años. ¿Cómo? ¿Qué dicen que no pesan los años sino los kilos? Pues eso...
Un abrazo
Rafa