- Info
Sergio Lira. Los silencios del flamenco
Sevilla no es una ciudad de estrellas. Hubo un tiempo en que sí lo fue. En realidad siempre lo ha sido, pero ya no. Hoy Sevilla es una ciudad mediocre y, como todas las ciudades mediocres, maltrata a sus artistas imprescindibles y los relega al silencio. Aunque hay que reconocer que no es mal sitio el silencio para un artista. El silencio te permite asistir a los mejores momentos de creatividad de los otros. El silencio te permite pensar después de ver. Y pensar es existir. Los mejores artistas sevillanos trabajan en silencio y, desde el silencio, van creando una obra que les llena de tormento y de dudas y de algo que es lo más parecido que conozco a la felicidad. Con el paso de los años, los mejores artistas sevillanos van acumulando una obra sin más fisuras que las que sus propias debilidades les van imponiendo: una obra personal que sólo el tiempo se encargará de valorar y cuestionar; una obra alejada de modas y fanfarrias, de éxitos y prebendas; una obra, en definitiva, que es símbolo de la unión entre el artista y el pueblo, o la naturaleza, que le inspira y da sentido a su trabajo. En Sevilla hablar de todo esto es hablar de flamenco. Hablar de flamenco es hablar de La Carbonería, como lo fue antes hablar de La Cuadra. Hablar de Sevilla y del flamenco es hablar de La Carbonería y de los Lira.
Hay una legión de personas que forjaron parte de su personalidad en las tardes y noches de La Carbonería. Exposiciones, representaciones teatrales, musicales, conciertos, cante y baile, declamaciones poéticas... Los Lira han formado, y digo bien, al menos a tres generaciones de españolitos. Esa capacidad para adelantarse a la renqueante inercia administrativa y convertir a La Carbonería en el centro de la cultura no oficialista y alternativa de Sevilla, es un sello, un estigma que llevamos grabado como una seña de identidad muchos de los que aún buscamos los pasos perdidos que nos han conformado como somos: rebeldes con causa.
SALUDOS, RAFAEL.