Presentación de Frágil, de Eva Vaz, en Sevilla (2)
Uno se pregunta muchas veces cuál es la función del crítico, o del presentador. Lo hago cada vez que leo un libro que me gusta. En la mayoría de los casos se trata de una especie de publicista que cada semana descubre una obra maravillosa y que, al final del año, se queja amargamente de la crisis de la literatura actual. Yo intento no entrar en ese juego. Yo pienso que se trata de un intermediario entre el producto, el libro, y el lector: un lector privilegiado. La duda es cuál es el producto: si el libro o el autor. A veces hay coincidencias. Para entender un libro plenamente hay que conocer la vida del autor. Es así a veces, aunque no siempre. En este sentido voy a presentarles Frágil, el último libro de Eva Vaz y, para ello, vamos a comenzar recordando que a finales del siglo pasado, aparece en España, con la intención de responder a lo que ellos entienden que es la poesía dominante, la llamada Poesía de la Conciencia. Uno de los lugares donde se inicia este movimiento es la provincia de Huelva, de la mano de autores como Antonio Orihuela, uno de los ideólogos del movimiento, o Uberto Stabile, que fue quien presentó este libro en Huelva, y a quien Eva Vaz le dedica Frágil con las siguientes palabras: A Uberto Stabile, a quien debo la voz, / le dedico el o los poemas que más aprecie. Como me comentaba un amigo estos días, los poetas de la Conciencia tratan de aunar conceptos aparentemente tan distantes como el materialismo marxista y la espiritualidad zen. Recientemente, en una de las antologías más interesantes que han aparecido últimamente, Las moradas del verbo, el crítico Ángel L. Prieto de Paula nombra como su representante más destacado a Enrique Falcón. La adscripción a este grupo de Eva Vaz está reflejada, desde sus inicios, con su presencia en antologías como Carne picada o Voces del Extremo.
Sus dos primeros libros, Ahora que los monos se comen a las palomas (2001) y La otra mujer (2003) son sus libros más rotundos como poeta de la Conciencia, y le van a ir procurando un lugar muy destacado en este grupo a nivel nacional, lo que le va a llevar a participar en antologías como las ya citadas o en La verdadera historia de los hombres, que como su propio título indica sólo incluye a mujeres poetas.
En estos dos primeros libros las relaciones humanas, el sexo (motor de esas relaciones) y una infancia dividida entre momentos infelices y momentos más tristes, son los temas principales, que van a ir tomando la forma de manifiesto feminista. Las citas que incluye son de algunos de los músicos que más me interesan ( Lou Reed, Nick Cave o Leonard Cohen).
2004 es el año clave, el de la publicación de Leña, el primero de los que considero sus mejores libros. La cita inicial de Carver anticipa una poesía desnuda, donde la amplificatio que predominaba en los libros anteriores se va tornando elipsis, sin necesidad de acumular sustantivos ni adjetivos para contar lo esencial de las historias. Los temas sí son los mismos de los primeros libros. En las relaciones humanas y en su forma más concreta, el sexo, las relaciones son de poder, de lucha por el poder. Se vislumbra la batalla que es la vida. Uno adivina que en el centro de estas historias está el personaje Eva Vaz, que ya no mira hacia atrás ni hacia el futuro, sino que poetiza el presente. Aquí encontramos algunos de sus poemas más interesantes: "Estigmas" o "El gorrión". Son poemas que nos muestran el otro tema central del que aún no he hablado, pero que es básico en el libro, tan básico que le da título: la fragilidad, la enfermedad, la muerte presentida. Aún no es la enfermedad de los demás, sino la suya propia. Dice el poeta Fernando Beltrán, en el epílogo del libro, que cuando la autora es cruel lo es sólo consigo misma, pero que esa misma crueldad a nosotros nos salva: ese conocimiento de la enfermedad, ese crear belleza que es lo que nos puede salvar de la oscuridad. Habla de una poeta generosa que se autoinmola para salvarnos de sus propios males: Sólo los sabios generosos se entregan hasta la médula y enseñan a los demás y con apariencia de suprema y espinal naturalidad, el muestrario supremo de su derrota.
El mejor libro de Eva Vaz es Metástasis (2006), y es así desde el primer poema, "Donde habita el olvido" donde se establece un diálogo entre tres generaciones de mujeres de una misma familia, tras la muerte de la abuela. El libro es elegíaco y muestra esas etapas que se van quemando. La muerte de la madre, la muerte también de su matrimonio y la puesta en venta del piso que habitaban (lo que nos evoca otro de los mejores libros recientes sobre este tema, Desalojos, de Miriam Reyes). Y de nuevo la aparición del amor, pero ya no es el mismo amor de antes, sino algo más sabio que acumula la experiencia de tantas historias y de tantas muertes. Como dice Fernando Beltrán: ella es playa del sur que enamora sin remedio a hombres del norte, les desnorta, desnuda, les confunde... les da mucha más vida. Ahí está el poema "Tres", respuesta o glosa al "Cuatro" de José Luis Piquero. Como también lo es de alguna manera "El corazón de Lázaro", otro de sus mejores poemas, el que ella ha escogido para invitarnos a esta presentación, a esta invitación a leer su libro.
En Metástasis apenas van quedando poemas que recuerden a los primeros libros. Todo está más elaborado, es poesía menos primaria. Es, en mi opinión, su mejor libro. De ahí ha ido apareciendo durante estos años en varias antologías: Hankover, 23 pandoras... hasta llegar a este Frágil donde, además, nos ofrece algunos poemas inéditos en los que se acrecienta el sentimiento de orfandad. Así es desde el fantástico "La madre muerta", elegía sentida y vivida por la pérdida de alguien a quien también consideró su madre. Pérdida que sólo se compensa con la presencia de su propia hija. La muerte sigue presente en estos poemas, en los que se nos exhibe impúdica, sin guardarse nada para sí misma.
La poesía de Eva Vaz es poesía de verdad. Ella es tal y como nos cuenta es. Es su verdad. Una verdad que duele. Es curioso, porque ella es una persona básicamente amable y social que necesita de los demás y de nuestra aprobación, y que trata siempre de ofrecernos su cara más amable. Aunque se trate de la misma cara que con once años se cortaba con cuchillas de afeitar, precisamente ahí, para que fuera más visible.
Eva Vaz es impúdica. Hace unos días un amigo me decía que había que perder el miedo, el pudor para escribir; que escribiera las mismas historias que le contaba. No es fácil. Hay demasiadas víctimas por el camino. La primera es uno mismo. El poeta. Con ustedes: Eva Vaz.
Besos, pareja.