La pasarela de la Ría guay
La Autoridad Portuaria de Huelva, parece que al fin, se ha decidido a adecentar un poco la margen izquierda de la Ría de Huelva. Ya era hora, ¡sí señor!, de que al menos se retire la basura que allí se acumula. Además, dice la Autoridad ir a “regalarnos” a los onubenses con la plantación de variopintas especies vegetales en la zona en sustitución, quizá, de aquellas que se tragó el Polo. Bueno, está bien que, en “compensación”-pobre, dirán algunos; sí, pero compensación- por los terrenos que nos robó el Dictador, aunque muchos aún no hubiéramos nacido –yo sí, que soy más viejo de lo que aparento, será el aloe vera, que es otra planta-, se coloquen por aquí y por allá unos jardincitos con aspecto más o menos salvaje junto a la Ría.
Aunque, ahora que lo pienso, igual no nos compensan por las barrabasadas del Dictador, sino por las cometidas por la propia Autoridad Portuaria cuando, con la ampliación hace unos años del puerto exterior hacia Mazagón, destruyó centenares de hectáreas de esa misma vegetación que ahora dice ir a reponer. Y todo por los delirios de grandeza de un señor, o unos señores a los que representaba el tal señor, que quería poco menos que hacer del Puerto de Huelva uno de los más importantes del urbi et orbe. Vivir para ver. Finalmente, más industrias más o menos indeseables, pero para las cuales no resulta imprescindible situarse en terrenos portuarios, y naves de almacenamiento. Pero destruye que algo queda. Y sube el P.I.B. –estos economistas…- Y es que esos terrenos, públicos de derecho, siempre han sido considerados de hecho como privados -mentalidad cortijera-, los terrenos de la Autoridad Portuaria, del Puerto, no de los onubenses o los andaluces o los españoles o los europeos o los ciudadanos del mundo; no, los terrenos del Puerto, y en ellos hago lo que ordeno y mando. Menos mal que ahora el señor del Puerto ha cambiado y viene a compensarnos por aquellos delirios de grandeza. Y, además, nos van a colocar, también supongo que como compensación -y ya igual se están pasando, que así así, terminaremos por acumular un saldo positivo-, una pasarela de diseño, para que podamos pasear viendo al frente el Paraje Natural de Marismas del Odiel. Mejor no mirar hacia atrás, ¿no creen?
Tras más de cuarenta años dándote una monumental paliza entre unos y otros, uno de los agresores, como buen samaritano, viene y te pone una tirita. Más que otra cosa para lavar un poco la imagen propia y ajena. Aunque creo que para ese lavado, el detergente de la pasarela igual no es muy adecuado, a ver si por lavar, lavar, vamos a ensuciar más de un alveolo. Ya saben, esa especie de burbujitas que tenemos en los pulmones y que los onubenses tenemos hechas un asco por aquello del fumar es un placer, según dijo un día otra responsable autonómica de la cosa sanitaria.
Pero bueno, no me hagan caso, que esto, más que nada, debe ser el producto de mis infundados delirios –que en mi caso no son de grandeza, algunos pensarán que más bien son de atar-, que ya se sabe que las autoridades de la cosa ambiental dicen que el de Huelva es el aire más puro, limpio y cristalino que pueda haber en cualquier ciudad de Andalucía. Pero, oigan, el otro día estuve yo -no por placer, pero el derecho al pataleo, a veces, obliga- por la zona donde irá la supuesta pasarela, y el aromilla a azufre, aunque seguro que era inocuo –¿cómo vamos a cuestionar las afirmaciones de las autoridades de la cosa?, estaríamos poco menos que cuestionando la calidad democrática-, acojonar, lo que se dice acojonar, acojonaba. Hipocondríaco que es uno. Sólo eso.
Así que ya lo saben, gracias a la Autoridad de la cosa portuaria, dentro de poco tendremos un nuevo magnífico lugar para el paseo, junto a la Ría, entre maravillosas y frondosísimas especies vegetales, y con el plus del azufre que, según dicen, es excelente para la piel.
Aunque, ahora que lo pienso, igual no nos compensan por las barrabasadas del Dictador, sino por las cometidas por la propia Autoridad Portuaria cuando, con la ampliación hace unos años del puerto exterior hacia Mazagón, destruyó centenares de hectáreas de esa misma vegetación que ahora dice ir a reponer. Y todo por los delirios de grandeza de un señor, o unos señores a los que representaba el tal señor, que quería poco menos que hacer del Puerto de Huelva uno de los más importantes del urbi et orbe. Vivir para ver. Finalmente, más industrias más o menos indeseables, pero para las cuales no resulta imprescindible situarse en terrenos portuarios, y naves de almacenamiento. Pero destruye que algo queda. Y sube el P.I.B. –estos economistas…- Y es que esos terrenos, públicos de derecho, siempre han sido considerados de hecho como privados -mentalidad cortijera-, los terrenos de la Autoridad Portuaria, del Puerto, no de los onubenses o los andaluces o los españoles o los europeos o los ciudadanos del mundo; no, los terrenos del Puerto, y en ellos hago lo que ordeno y mando. Menos mal que ahora el señor del Puerto ha cambiado y viene a compensarnos por aquellos delirios de grandeza. Y, además, nos van a colocar, también supongo que como compensación -y ya igual se están pasando, que así así, terminaremos por acumular un saldo positivo-, una pasarela de diseño, para que podamos pasear viendo al frente el Paraje Natural de Marismas del Odiel. Mejor no mirar hacia atrás, ¿no creen?
Tras más de cuarenta años dándote una monumental paliza entre unos y otros, uno de los agresores, como buen samaritano, viene y te pone una tirita. Más que otra cosa para lavar un poco la imagen propia y ajena. Aunque creo que para ese lavado, el detergente de la pasarela igual no es muy adecuado, a ver si por lavar, lavar, vamos a ensuciar más de un alveolo. Ya saben, esa especie de burbujitas que tenemos en los pulmones y que los onubenses tenemos hechas un asco por aquello del fumar es un placer, según dijo un día otra responsable autonómica de la cosa sanitaria.
Pero bueno, no me hagan caso, que esto, más que nada, debe ser el producto de mis infundados delirios –que en mi caso no son de grandeza, algunos pensarán que más bien son de atar-, que ya se sabe que las autoridades de la cosa ambiental dicen que el de Huelva es el aire más puro, limpio y cristalino que pueda haber en cualquier ciudad de Andalucía. Pero, oigan, el otro día estuve yo -no por placer, pero el derecho al pataleo, a veces, obliga- por la zona donde irá la supuesta pasarela, y el aromilla a azufre, aunque seguro que era inocuo –¿cómo vamos a cuestionar las afirmaciones de las autoridades de la cosa?, estaríamos poco menos que cuestionando la calidad democrática-, acojonar, lo que se dice acojonar, acojonaba. Hipocondríaco que es uno. Sólo eso.
Así que ya lo saben, gracias a la Autoridad de la cosa portuaria, dentro de poco tendremos un nuevo magnífico lugar para el paseo, junto a la Ría, entre maravillosas y frondosísimas especies vegetales, y con el plus del azufre que, según dicen, es excelente para la piel.