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La cla


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Era un individuo excepcional haciendo bulto. Inimitable, sin igual, todo un maestro. Tanto era así que amigos, conocidos y otros especímenes de la fauna suburbial que parasitaba aquellos páramos nunca dejaban de convocarlo para todo tipo de actos sociales: bautizos, bodas, juicios, comuniones, puestas de largo, ordenamientos religiosos, graduaciones, presentaciones de libros, ejecuciones, finales de Copa, inauguraciones, linchamientos, camas redondas, estafas, desfiles militares, juramentos de cargos públicos, asesinatos, funerales, despedidas de soltero... Era insuperable en ese difícil arte de incrementar la concurrencia pasando a un tiempo desapercibido. En una ocasión que necesitó de al menos una parte de aquellos sujetos para que le sirviesen como cla, al no presentarse ninguno de ellos, hubo de dividirse todo lo que pudo para así contar con algo de público. Nunca ya pudieron unir sus pedazos. Eso sí, la empresa gestora del salón de actos nunca supo a quien pasar la factura por la limpieza de tanta sangre.

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Concha
Concha dice:
29/05/2009 23:01

Rafa...¿eres tú? he llegado aquí por casualidad pero no sé si los textos son tuyos. Conozco tu faceta de poeta -que sabes me gusta mucho- pero no había leído nada en otros géneros. Me gusta mucho. Un beso Rafa. Me alegró mucho verte el otro día. De verdad.

rafaleon
rafaleon dice:
30/05/2009 08:53

El mismo que se desviste y se descalza, Concepción. Ya ves, todo un cuentista de lo absurdo. Para mí fue un placer.

Un abrazo.

MANUEL RUBIALES REQUEJO
MANUEL RUBIALES REQUEJO dice:
30/05/2009 10:29

¿cuentista, túuuuuu....? Enga ya...
Qué bueno tío