La compañía
La noche que yo nací
Un miércoles
Ya casi en la madrugada
No era posible hablar
De ciertas cosas
Ni tampoco
De cosas ciertas
Ni por calles ni tabernas
Mucho menos en la iglesia
Y aquél que algún momento
Se atrevía a alzar su voz
Era un cadáver en vida
O bajo una oscura piedra.
A veces, muchas veces
Tampoco se hablaba en las casas
Como ocurría en la mía
Pues traía a la memoria
El recuerdo de algún muerto
Cuando apenas florecía
Y de aquellos que exilados
Se nos murieron en vida.
Cuando al fin aquella historia
Se rompió con una muerte
Tantos años esperada
Recuerdo
Aún sin poder desembarazarme de mi asombro
Como a las puertas del Alonso Sánchez
Maria José,
Juana
Ángeles
Ana María,
Y hasta, tras tantos años sin verla
Mi aún muy querida Maribel
-Mujer madura y consciente
a pesar de ser tan niña-
Lloraban por el tirano
O puede que por el miedo.
En cambio yo
Estaba alegre, inmensamente alegre
No por unas siempre agradecidas
Vacaciones extraordinarias
-Creo que fueron tres días-
Sino por que en mi casa
Aquel silencio elocuente
Sobre tantas cosas ciertas
Me instruyó de ciertas cosas
En aquel tiempo sin tiempo
En que aquello que teníamos
Todo, todo, era de la compañía
Las casas y los mineros
Las almas y la alegría
Y hasta puedo recordar
Que en las veces tan frecuentes
En las que se nos fundían las bombillas
Era también la propia compañía
La que se encargaba de reponerlas.
En el pueblo de azufre y cobre
En el que yo vine al mundo
No
No se podía hablar de ciertas cosas
Ni tampoco cuestionar
El paternalismo frío
Y tan chapado a la antigua
Con el que nos dominaba
La siempre bendita compañía.
Tal y como ocurre ahora
En mi ciudad
Y es que tras tanto tiempo
Todos
Hemos ido prosperando
En especial
La compañía y los guardianes
De esta grácil democracia
Que comenzó a germinar
De idénticos vicios de antaño
Aquella fría mañana de noviembre
En que la que a pesar de la alegría
Se me rompió el corazón
Cuando por primera vez
Y la única en mi vida
Pude ver
A las puertas del instituto
Como lloraba mi aún tan querida Maribel.
Un miércoles
Ya casi en la madrugada
No era posible hablar
De ciertas cosas
Ni tampoco
De cosas ciertas
Ni por calles ni tabernas
Mucho menos en la iglesia
Y aquél que algún momento
Se atrevía a alzar su voz
Era un cadáver en vida
O bajo una oscura piedra.
A veces, muchas veces
Tampoco se hablaba en las casas
Como ocurría en la mía
Pues traía a la memoria
El recuerdo de algún muerto
Cuando apenas florecía
Y de aquellos que exilados
Se nos murieron en vida.
Cuando al fin aquella historia
Se rompió con una muerte
Tantos años esperada
Recuerdo
Aún sin poder desembarazarme de mi asombro
Como a las puertas del Alonso Sánchez
Maria José,
Juana
Ángeles
Ana María,
Y hasta, tras tantos años sin verla
Mi aún muy querida Maribel
-Mujer madura y consciente
a pesar de ser tan niña-
Lloraban por el tirano
O puede que por el miedo.
En cambio yo
Estaba alegre, inmensamente alegre
No por unas siempre agradecidas
Vacaciones extraordinarias
-Creo que fueron tres días-
Sino por que en mi casa
Aquel silencio elocuente
Sobre tantas cosas ciertas
Me instruyó de ciertas cosas
En aquel tiempo sin tiempo
En que aquello que teníamos
Todo, todo, era de la compañía
Las casas y los mineros
Las almas y la alegría
Y hasta puedo recordar
Que en las veces tan frecuentes
En las que se nos fundían las bombillas
Era también la propia compañía
La que se encargaba de reponerlas.
En el pueblo de azufre y cobre
En el que yo vine al mundo
No
No se podía hablar de ciertas cosas
Ni tampoco cuestionar
El paternalismo frío
Y tan chapado a la antigua
Con el que nos dominaba
La siempre bendita compañía.
Tal y como ocurre ahora
En mi ciudad
Y es que tras tanto tiempo
Todos
Hemos ido prosperando
En especial
La compañía y los guardianes
De esta grácil democracia
Que comenzó a germinar
De idénticos vicios de antaño
Aquella fría mañana de noviembre
En que la que a pesar de la alegría
Se me rompió el corazón
Cuando por primera vez
Y la única en mi vida
Pude ver
A las puertas del instituto
Como lloraba mi aún tan querida Maribel.