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El sexto sentido

autobus


Un perro guía ha sido atropellado
por un coche patrulla que se ha dado a la fuga.
Puede que no lo viese el conductor;
oscureció hace tiempo y no funciona
el alumbrado urbano.
Pero eso no es consuelo para el perro,
que agoniza tumbado en el asfalto.
Tampoco para el ciego,
que piensa en lo difícil
que le va a resultar volver a casa.
Justo enfrente del óbito,
un autobús urbano de la línea C-3
se salta la parada -y ya van cuatro-
y los cinco usuarios que lo esperan,
calados por la lluvia de noviembre,
maldicen a la empresa de transporte
y juran y perjuran no volver
a votar al alcalde.
"Habéis tenido suerte" -les dice el ciego entonces.
"Quien a estas horas sube a ese autobús,
no llega a su destino. Ese autobús
los lleva al matadero.
Yo lo tomé una noche
y, afortunadamente,
logré escapar a tiempo.
Pero, oculto en las sombras,
nunca podré olvidar
lo que vi aquella noche.
Cómo los trituraban, procesaban,
transformaban en pienso. ¡Fue espantoso!
Cuando lo denuncié
a las autoridades
se burlaron de mí.
Qué podía haber visto un pobre ciego.
Después, cuando les di
detalles, empezaron a tomárselo en serio.
Desde entonces no duermo;
me hostigan, me persiguen, tratan de asesinarme,
ya veis lo que ha ocurrido al pobre perro."
En ese instante llega el autobús,
abre de par en par y todos suben.
La advertencia del ciego no ha convencido a nadie.
"¡Un pobre ciego!" "¡Y loco!" "¡Qué desgracia!"
La mañana siguiente los periódicos
recogen en portada dos noticias
sin relación alguna.
"Aumenta de manera exponencial
el consumo de pienso en la comarca."
"Se amplía la frecuencia de la línea C-3,
que, a partir de mañana,
será completamente gratuita
en horario nocturno."