El proceso
Era suave, peludo, pequeño y muy blandito. Lo bauticé Platero, por su color de luna llena. Y fui demandado por los herederos de no sé qué señor, acusado de haber violado sus derechos de autor. No me quedó otra que venderlo a saldo para poder hacer frente a la minuta de mi abogado. Perdimos. Lo echo mucho de menos (no al abogado, al perrito).