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El POT de los alcaldes o el carbón de Reyes

Año nuevo… ¿Vida nueva? ¡”Pos” va a ser que no! que aquí continúan mandando los mismos y se lo van a seguir llevando calentito los de siempre. Parece que Baltasar nos va a traer lo que ya llaman el POT de los alcaldes (técnicamente Plan de Ordenación del Territorio de la Comarca del Litoral Occidental de Huelva) ¡vaya… carbón! pero yo no pedí eso en mi carta ni deje de hacer mis deberes. A lo que se ve mi carta se perdió en el camino de Oriente, que para el caso es el mismo que lleva hasta la Consejería de Obras Públicas. Porque me temo que a la vista de lo que está apareciendo en “nuestros” imparciales “mass media”, que se llaman de masas pero atienden sólo a los intereses de unos pocos, en la Consejería va a haber una bajada generalizada de pantalones y los alcaldes de la Costa de Huelva se van a llevar el gato… bueno, mejor sería decir el ladrillo al agua, y ésta es una expresión que describe literalmente lo que ya está sucediendo.

Y mi perplejidad sigue sin tener límites porque ¿qué tierra es ésta en la que la ordenación del territorio la deciden finalmente cuatro alcaldes? Bueno, en realidad no cuatro alcaldes sino el todopoderoso poder inmobiliario, un falso rey Midas cuya calderilla plúmbea acaba deslumbrando a unos regidores municipales que creen ver asegurada la reelección a base de colocar cuatro farolas, estatuas o fuentes con esas 30 monedas que no llegan a ser ni de vellón. Migajas míseras que caen de la mesa donde se devora a mandíbula batiente un embriagador menú cocinado a base de aberrantes convenios urbanísticos y de PGOUs dictados desde los consejos de administración de las grandes constructoras. Pero a un alto precio, a cambio de vender a saldo el patrimonio de todos parcelita a parcelita. Unas parcelitas arrebatas a ladrillo y fuego a las arenas y a los pinos, que no tienen voz para quejarse, y que poco a poco ya hace tiempo vienen configurando un enorme cementerio de hormigón y asfalto sin vida y sin futuro.

Esto es lo que a medio plazo nos traerá el eufemísticamente llamado POT de los alcaldes, porque su verdadera esencia va a terminar por ser la de trámite viciado destinado a lavar la imagen y a dar carta de legalidad a las barrabasadas que se cometerán a partir de ya para mayor gloria de la especulación y de una carente de criterios territoriales construcción destructora, enorme paradoja ésta última asociación de palabras. Eso sí, a corto plazo nos veremos deslumbrados por la delgada capa de pintura dorada de unos cuantos puestos de trabajo precarios y por el aliento gélido de unas bocas infectadas de falso y elitista progreso. Barniz ocultando el plomo; y la piedra filosofal sin aparecer.

En fin, creo que estando así las cosas, en la próxima renovación de responsabilidades en Obras Públicas, que quizá debería pasar a llamarse “Obras Privadas”, el puesto de la Delegada Provincial (amiga Rocío espero que entiendas que no es nada personal) debería ser ocupado por un encargado de obra y el de la Consejera por un buen perito, ¡qué éstos de poner ladrillos deben saber bastante más! Y, además, para las próximas elecciones no vendrían mal, como candidatos a alcaldes, unos cuantos agentes de venta inmobiliaria, y, por último, como producto estrella de esta revolución democrática, un buen aspirante a la futura Presidencia de la Junta de Andalucía podría ser el Presidente de FADECO (Federación Andaluza de Empresarios de la Construcción). Así al menos nos ahorraríamos unos “euritos” y ¿quién sabe? si nos alcanzarían para mantener una parcelita, cual aldea de Asterix, como último bastión de resistencia frente a la conquista imperial, ¡qué no son molinos, querido Sancho, son gigantes!, y aunque David hizo una vez diana, las hazañas de leyenda son difíciles de materializar en la realidad.

¡Ojalá me equivoque! y la madrugada del 6 de enero un mago de oriente u occidente rescate mi carta y me de la grata sorpresa de concederme mis deseos, que no he pedido para mí sino, en particular, para la Plataforma para la Sostenibilidad del Litoral Occidental de Huelva y, en general, para las generaciones futuras de la comarca. Pero yo hace tiempo que dejé de creer en los Reyes Magos, hasta en el mismo Baltasar. Por que el verdadero nombre de cualquier rey hace ya tiempo que siempre es Midas. Y los que tenemos por aquí, en lugar de en oro, todo lo que tocan lo vuelven ladrillo y este “manjar” a la larga será duro de roer. Cómo en el cuento.