Ceuta

Cacuito no quiere ser menos y trinca el barco en Algeciras. Arriba al puerto, esa bahía natural. Divisa a su derecha la cadena rocosa del Yebel Musa; a su izquierda, el monte Hacho (“Caribdis”, lo nombraba Homero en La Odisea). Visita la ciudad autónoma caballa y convive con cuatro culturas: árabe, cristiana, hebrea e hindú; con las riquezas y lastres de tal mixtura. Se sorprende de que la mayoría de musulmanes quieran que se les reconozca ciudadanos españoles. Palpa los vestigios del ejército. Se pierde en los bazares. Descubre su potencial turístico, la herencia de fenicios, cartagineses, romanos. Llora con el contraste de pobreza que ofrece la frontera con Marruecos; con los niños inmigrantes que son acogidos especialmente. Entonces entiende que se encuentra en la frontera sur de Europa, influida por las carencias del vecino. Por una valla que no debería alzarse más.