El Edén
Cacuito se acomodó el salacot y viajó a Papúa Nueva Guinea, entusiasmado con el lema de su agencia de viajes: “Viaje a El Edén. Regrese con su propio misterio”. Hoy denuncia por estafa a los vendedores de sueños. No halló al pájaro que se alimenta de miel; ni al canguro de manto dorado; ni tan siquiera a la rana enana. Los inéditos seres vivos se manifestaron esquivos. Habían desaparecido las cuevas, y los murciélagos y microcangrejos ciegos se exponían a la luz solar con impunidad. Se triplicaban los incendios provocados por colillas furtivamente encendidas y negligentemente apagadas, la contaminación de las aguas, el contrabando de fauna y flora, las hermandades rocieras. Caravanas de autobuses y transeúntes pisaban suelo asfaltado. Pero Cacuito no volvió con las manos huecas: regaló a sus hijos una foto del primer Mercadona indonesio.
¡¡¡Magnífico!!!
Un abrazo.
Rafa.