Resonancia revolucionaria
Dios no ha muerto, ha transmutado. Todas las categorías escolásticas aplicables al dios hebreo siguen vigentes en su nueva manifestación, el dinero. Pero la imaginación que llevó al pensar escolástico se suicidó al inventar un verbo, existir. Ya no soy, existo y, por lo tanto, ya no actúo, discurro sobre mis actos. Dios no ha muerto, yo sí. Lo divino es puro acto, "soy el que soy", no el que existe. Y cuando se actúa se entra en el mundo humano de la divinidad. Porque la divinidad es humana. Es nuestro estado sublime; cuando captamos que resonamos con el entorno. Es pura música en el sentido griego: sonido, palabra, danza... Sentir, pensar, mover... Estar vivo e impedir que el Imperio resuene en mí. ¡Que sea su dios el que muera! Que el dinero transmute y resuene la divina revolución. Mientras tanto, queda la cita del Comité invisible. Reconforta, pero ya no es suficiente.
"Un movimiento revolucionario no se propaga por contaminación sino por resonancia. Algo que se constituye aquí resuena con la onda de choque que emite algo que se constituyó allí. El cuerpo que resuena lo hace según su propio modo. Una insurrección no es como la extensión de la peste o un incendio forestal - un proceso lineal que se extiende progresivamente, por proximidad, a partir de una chispa inicial -. Se trata más bien de algo que cobra cuerpo como una música, y cuyos focos, incluso dispersos en el tiempo y el espacio, logran imponer el ritmo de su propia vibración. Consiguen ganar siempre mayor espesor. Hasta el extremo de que una vuelta a lo normal deja de ser deseable e incluso previsible.
Cuando hablamos de Imperio, designamos los dispositivos de poder que, preventivamente, quirúrgicamente, retienen todos los devenires revolucionarios de una situación. En este sentido, el Imperio no es un enemigo enfrentado a nosotros. Es un ritmo que se impone, una manera de hacer fluir y discurrir la realidad. No es tanto un orden del mundo como su discurrir triste, pesado y militar."
Comité Invisible: "La insurrección que viene". Editorial Melusina, 2009.
Este libro que, como sabes, leí en su día, es casi un catecismo. Es más, esperemos que sea una predicción.