La pereza como acto revolucionario I
Mil ochocientos noventa y tres, gritamos con Munch. Cansados de tanta revolución neolítica, va siendo hora de que mandemos a hacer puñetas a la CEOE, a los sindicatos, al FMI y a todos los insoportables sacerdotes de la ética del trabajo. La pereza como acto revolucionario. Da igual que incrementen las horas, los años de esclavitud. Descansen todo lo que puedan. Huelga a lo Paul Lafargue. Escribo esto hoy, el día del trabajo, porque la enfermedad pequeño burguesa del laborar hasta la decrepitud infecta a toda la sociedad. No es un mal liberal -lean, por ejemplo, a Wilhelm von Humboldt-, sino capitalista. Por eso propongo instaurar el día de la pereza. Sería fantástico que el uno de mayo del 2013 fuera fiel a la simbología de su número. Cambio de ciclo. Una nueva octava musical resonando en un planeta que siestea todo lo que puede. ¿Y los insomnes? Siempre queda Cabo Cañaveral y la conquista de Marte. Que embarquen y sean felices. Mientras tanto yo sueño escribiendo, eso sí, sin que ningún fonema petrificado en este texto esté contaminado por la maldición del trabajo.