Abstención
Para ser un pez hay que dejar la tabla que prolonga la agonía. Se ha de saber morir. Tener agallas para respirar más abajo, en la profundidad del nuevo medio en el que, querámoslo o no, habitamos. Pero, como siempre, un organum cacofónico nos paraliza; hace irreconocible la vox principalis. La autónoma vox organalis canta palabras de Rubalcaba, de Rajoy, de cualquier eco de la gangrena que ennegrece cada neurona de nuestro cerebro. Y el corazón inaudible. Hay momentos en los que hay que dejar volar a los pájaros en silencio e inundar nuestros oídos. Sustentar el canto en la acuática tumba de lo que no queremos volver a ser.