2. Qué tiene que ver la New Age con el arte de vanguardia II
Ian Anderson solía mofarse del show bussines, de su propio show bussines. Postura inteligente que solía sacar de quicio a los entrevistadores de turno. Yo me preguntaba entonces qué sería de esos astros del firmamento musical cuando cumplieran los sesenta. Evolucionarían hacia algo nuevo, o, con perdón para las mentes sensibles, se comportarían como las folk(c)lóricas del momento. Cada uno que conteste como quiera, pero los datos están ahí. Son objetivos. Genesis consiguió mantenerse, evidentemente después de la salida de Peter Gabriel, y emergió de sus cenizas como un grupo pop más. Con calidad sí, pero calidad pop. Yes divagó y divagó, para, al final, seguir siendo el mismo Yes. Emerson subastó su equipo. Bob Dylan cantó ante el P(p)apa. Roger Waters usó su muro para loar el triunfo del capitalismo y el fin de la historia. Quedan los mártires y Brian Eno, Robert Fripp... También las nuevas generaciones. Nirvana y el grunge, el rock progresivo actual, el hip hop auténtico... Girando tanto sobre lo mismo que, para mí, es como si siguiéramos componiendo siguiendo los patrones de Chopin. El rock se ha convertido en música clásica.
Toda música responde a una manera de sentir el mundo. La más comercial puede que a una manera de no sentir el mundo. Pero eso no implica ya un un posicionamiento vital y, por lo tanto, una reacción, puede que autista, ante el entorno. Y el rock no puede ser clásico. Tiene que evolucionar o morir. Y si uno es rockero ha de hacer lo mismo. Yo me siento rockero y, precisamente por eso, reivindico la música de Nono o de Cage. Y la del Art Emsemble of Chicago y el free jazz. Todos ellos están más cerca del rock, aunque usen un lenguaje diferente, que los que siguen repitiendo lo mismo con nuevos medios técnicos. 4´33´´ de Cage es más rockera que Joshua Tree de U2. Rebelarnos fue algo que nos enseñaron en los sesenta. Y yo me rebelo contra mí a cada instante. Me silbo y descubro, con placer, el abismo en el que todos estamos danzando. Leonin, Machaut, Josquin, Monteverdi, King Crimson, Bach, Deep Purple... y, también, y es lo que reivindico, Schí¶nberg, Berg, Ligeti, Cage, Nono, Reich...
Toda música responde a una manera de sentir el mundo. La más comercial puede que a una manera de no sentir el mundo. Pero eso no implica ya un un posicionamiento vital y, por lo tanto, una reacción, puede que autista, ante el entorno. Y el rock no puede ser clásico. Tiene que evolucionar o morir. Y si uno es rockero ha de hacer lo mismo. Yo me siento rockero y, precisamente por eso, reivindico la música de Nono o de Cage. Y la del Art Emsemble of Chicago y el free jazz. Todos ellos están más cerca del rock, aunque usen un lenguaje diferente, que los que siguen repitiendo lo mismo con nuevos medios técnicos. 4´33´´ de Cage es más rockera que Joshua Tree de U2. Rebelarnos fue algo que nos enseñaron en los sesenta. Y yo me rebelo contra mí a cada instante. Me silbo y descubro, con placer, el abismo en el que todos estamos danzando. Leonin, Machaut, Josquin, Monteverdi, King Crimson, Bach, Deep Purple... y, también, y es lo que reivindico, Schí¶nberg, Berg, Ligeti, Cage, Nono, Reich...
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