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CicloLitoral 2009: Etapa 14 (de la playa de Verdicio a Cadavedo)



Nueve meses y pico más tarde, retomamos la publicación de las fotos de las últimas etapas de la Ruta CicloLitoral del año pasado: el agotamiento de ese final de ruta, incrementado por los problemas de salud que sufríamos los dos supervivientes de la misma, nos impidieron publicarlas en su momento. De la no publicación desde septiembre hasta el día de hoy, se han ocupado mis miles de líos utópicos y laborales, así como algunos problemas de salud, quirófano inclusive...



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Lógicamente, tras tanto tiempo transcurrido, muchos detalles y pequeños recuerdos se han diluído. No obstante ello, creo que no me equivoco en lo siguiente:

El Coleta y yo amanecimos esa bonita mañana en la playa de Verdicio, donde al cabo de un rato, llegó nuestro madrugador guía gijonés: Jose Blue Tomate. La soledad y belleza de la playa a esa temprana hora, unidas al buen tiempo que hacía, generaban ganas de quedarse un buen rato a disfrutar del paraje y unos buenos baños. Pero ya llevábamos unos cuantos kilómetros de retraso y no nos quedó más remedio que emprender el camino tras desayunar un par de barritas energéticas.

Jose, como siempre, simpático, alegre, dicharachero y conversador, nos fue guiando por preciosos caminos de cabra a la vera del Cantábrico. Pudimos disfrutar, una vez más, de preciosas playas encaladas y hermosos paisajes litorales, mientras nos machacábamos, aún más, las piernas y nuestras respectivas heridas. No diré que la etapa fue fácil, pero sí inolvidable.

Al cabo de varias horas, llegamos a las afueras de Avilés, donde tras un merecido descanso y apetitoso tentempié, nos despedimos de Jose hasta, esperamos, la ruta del año siguiente (Jose, no te olvides de nosotros...). De nuevo, los dos Manueles, sólos en la CicloLitoral, aunque en esta ocasión nos acompañaban una bonita hernia inguinal, así como un hermoso campo de coliflores...

Del resto de la etapa, recuerdo especialmente la playa de El Espartal (que incluye las de Salinas y San Juan de Nieva), las enormes grietas que nos encontramos en una carretera cortada (de verdad que no fuímos nosotros...), las preciosas vistas de la desembocadura de la Ría de Pravia (escoltada por las villas de San Esteban y La Arena) y, ¡cómo no!, la impresionante belleza de Cudillero. Sin lugar a dudas, uno de los pueblos más bonitos del mundo.

Tras el obligado almuerzo en esta última localidad, junto a su famosa Lonja de Pescado, emprendimos el tramo final de la jornada, avistando playas tan bonitas como la de San Pedro de Bocamar y rodando abrumados por la autopista que discurría a más de cien metros sobre nuestras cabezas. Derrengados, llegamos a Cadavedo cuando ya faltaba poco para anochecer, así que decidimos refugiarnos en un pequeño pero agradable camping que había por allí.

Besos y abrazos,

Manuel
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