CicloLitoral 2009: Etapa 11 (de la playa de La Vega a Tazones)
Ésta fue una etapa de transición, aunque los 50 kilómetros recorridos nos permitieron disfrutar de algunas localidades realmente bonitas, como Lastres y Tazones. Por desgracia, también fue el día en que El Marcheta nos dejó...
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Al poco de salir de la playa de La Vega, tuvimos el enorme placer de regalarnos el sentido de la vista con unos desfiladeros realmente hermosos.
Unos cuantos kilómetros más adelante, llegamos a Colunga, donde nos despedimos de nuestro queridísimo amigo cordobés, Manuel Espejo, alias El Marcheta (esperamos poder volver a contar con su compañía el año que viene, en tierras gallegas).
Tras pasar por la playa de San Juan, llegamos a la muy hermosa y empinada localidad de Lastres; visita recomendada que anotamos para realizar en otra ocasión con la suficiente tranquilidad y tiempo.
Bastantes cuestas después, llegamos a la abarrotadísima playa de Rodiles; miles de automóviles ocupaban hasta el último centímetro cuadrado de dos aparcamientos gigantescos y varios kilómetros de carretera. A tres o cuatro personas de media por coche, ya os podéis imaginar cómo estaban la playa y arboleda adyacente.
Tal era el grado de masificación, que decidimos cambiar el lugar de la segunda jornada de descanso (inicialmente previsto aquí) por Gijón: ya puestos a soportar miles de coches, que hubiera algo más que ver que miles de personas apiñadas en una playa...
Así pues, localizamos a un barquero que nos cruzara al otro lado de la preciosa Ría de Villaviciosa y, una vez desembarcados en El Puntal, iniciamos un ascenso de varios kilómetros que nos llevó hasta la pequeña pero preciosa localidad costera de Tazones.
En ésta, tras el correspondiente y refrescante baño vespertino, tomamos una cena ligera enriquecida con deliciosa sidra natural antes de montar las tiendas en algún discreto lugar de las afueras.
Algún día volveremos también a Tazones con algo más de tiempo: la belleza del pueblo y su riqueza gastronómica lo merecen.
Besos y abrazos,
Manuel
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Al poco de salir de la playa de La Vega, tuvimos el enorme placer de regalarnos el sentido de la vista con unos desfiladeros realmente hermosos.
Unos cuantos kilómetros más adelante, llegamos a Colunga, donde nos despedimos de nuestro queridísimo amigo cordobés, Manuel Espejo, alias El Marcheta (esperamos poder volver a contar con su compañía el año que viene, en tierras gallegas).
Tras pasar por la playa de San Juan, llegamos a la muy hermosa y empinada localidad de Lastres; visita recomendada que anotamos para realizar en otra ocasión con la suficiente tranquilidad y tiempo.
Bastantes cuestas después, llegamos a la abarrotadísima playa de Rodiles; miles de automóviles ocupaban hasta el último centímetro cuadrado de dos aparcamientos gigantescos y varios kilómetros de carretera. A tres o cuatro personas de media por coche, ya os podéis imaginar cómo estaban la playa y arboleda adyacente.
Tal era el grado de masificación, que decidimos cambiar el lugar de la segunda jornada de descanso (inicialmente previsto aquí) por Gijón: ya puestos a soportar miles de coches, que hubiera algo más que ver que miles de personas apiñadas en una playa...
Así pues, localizamos a un barquero que nos cruzara al otro lado de la preciosa Ría de Villaviciosa y, una vez desembarcados en El Puntal, iniciamos un ascenso de varios kilómetros que nos llevó hasta la pequeña pero preciosa localidad costera de Tazones.
En ésta, tras el correspondiente y refrescante baño vespertino, tomamos una cena ligera enriquecida con deliciosa sidra natural antes de montar las tiendas en algún discreto lugar de las afueras.
Algún día volveremos también a Tazones con algo más de tiempo: la belleza del pueblo y su riqueza gastronómica lo merecen.
Besos y abrazos,
Manuel
maravillosos todos los pueblos de esa zona. en Tazones tomé más de una mariscada.
¡ánimo Coleta y Manuel!
bicos