Soraya y los burkas
Soraya Saénz de Santamaría, mujer pública (*), posa mostrando su indudable atractivo físico de un modo encantador y para nada escandaloso en la portada de un periódico, y se desatan una vez más todas las furias contenidas en la caja de Pandora.
Vivimos en un país -y en un mundo éste "nuestro"- lleno de reprimidos pajilleros machistas y consumidores compulsivos de pornografía, que cuando una mujer viste con recato la califican de estrecha, marimacho -dicho con todo mi cariño y respeto hacia las lesbianas- y mil lindezas más, y que cuando lo hace para mostrarse atractiva -y siempre es de admirar la belleza, aunque no la obsesión por la misma- la tildan como mínimo de frívola, cuando no, de manera peyorativa e infamante, de puta. Un modo como cualquier otro de tratar de aprisionar a la mujer tras las férreas telas de un burka.
Yo sólo puedo decir: "Soraya, estás guapísima".
(*) Sí, mujer pública, y lo digo así como modo de ir tratando de despojar al lenguaje de sus connotaciones machistas, pues, si con el término hombre público definimos a aquellos que consideramos, digamos, importantes, por qué cuando hablamos de mujer pública nos hemos de referir al sórdido mundo de la prostitución. Ya sabéis, consideramos que un hombre zorro es un tipo astuto, mientras que cuando llamamos a una mujer zorra lo hacemos para afirmar que es una puta (lo cual, digo ser puta, no es ningún delito, ni un pecado, sino una lacra que sufren las mujeres que, por uno y otro motivo, se ven obligadas a ejercer la prostitución. Y ninguna, ni siquiera las que creen hacerlo, la ejercen libremente).
Me gusta esta Soraya, no sé si prque son las 04:55 de la mañana de un domingo y yo tengo una de cuadritos, o sea, que estoy borracho como una cuba, o porque realmente, esta mujer,así, como está, me atrae muchísimo. y a mi, en comtra de P. J. Ramirez me gusta un montón. Ea, se acabó, porque la que tengo no da para más.