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S.O.S.

Sin tener a nadie más a quién acudir, y en nombre de su antigua amistad, fue a suplicarle su ayuda.

Ella hizo un esfuerzo sobrehumano para no perder del todo la compostura cuando él apenas se limitó a proporcionarle la dirección de un excelente psicólogo. Y no pudo más que agradecérselo, pues sintió que, en ese preciso instante, había comenzado a necesitar un terapeuta con urgencia.