Revolución negada
Hoy quisiera
(como ayer, como mañana)
germinar unos versos como espada,
arista amputando fronteras
negras de sangre en las playas
y cercenando las manos
a los que guardan con celo
tanta fortuna robada
(martillo
legando herejías,
tijera
contra alambradas).
También
quisiera
(como ayer, como mañana)
transformar cada metáfora
en afiladas esquirlas
contra el corazón protervo
de los puercos que trafican
con los cuerpos, vil carroña,
y se nutren con sangre de burdel
y vísceras que esparce la metralla.
Y, quisiera
(como ayer, como mañana),
por qué no,
decapitar,
sin medida ni asonancias,
a cada falso profeta
que en minaretes o altares especula con las almas
(golpes de seda en el pecho,
guantes de acero que arrasan
con su contrición hipócrita
y derechos de pernada).
Hoy
(como ayer, como mañana)
quisiera ser
desmedida hipérbole, pesada bota de acero
para aplastar las entrañas
de la falsa progresía
que mira para otro lado
tras sus arengas vacías
e ideal de mangas anchas.
Hoy
(como ayer, como mañana)
quisiera
que cada estrofa fuese
barricada,
puño en alto resistiendo,
avanzando,
golpeando a contracorriente,
con saña.
Hoy quisiera
(como ayer, como mañana)
parir, a dolor y sangre hirviente,
un poema monstruoso con que aterrar a los cómodos,
a los cautos,
a los pusilánimes,
hasta a los valerosos;
epanadiplosis tras epanadiplosis
de revolución.
Pero hoy
(como ayer, como mañana)
es bien sabido
(la Historia lo constata)
que la revolución
nunca la hicieron hambrientos.
Y hoy
(como ayer, como mañana)
tú
me faltas.
(como ayer, como mañana)
germinar unos versos como espada,
arista amputando fronteras
negras de sangre en las playas
y cercenando las manos
a los que guardan con celo
tanta fortuna robada
(martillo
legando herejías,
tijera
contra alambradas).
También
quisiera
(como ayer, como mañana)
transformar cada metáfora
en afiladas esquirlas
contra el corazón protervo
de los puercos que trafican
con los cuerpos, vil carroña,
y se nutren con sangre de burdel
y vísceras que esparce la metralla.
Y, quisiera
(como ayer, como mañana),
por qué no,
decapitar,
sin medida ni asonancias,
a cada falso profeta
que en minaretes o altares especula con las almas
(golpes de seda en el pecho,
guantes de acero que arrasan
con su contrición hipócrita
y derechos de pernada).
Hoy
(como ayer, como mañana)
quisiera ser
desmedida hipérbole, pesada bota de acero
para aplastar las entrañas
de la falsa progresía
que mira para otro lado
tras sus arengas vacías
e ideal de mangas anchas.
Hoy
(como ayer, como mañana)
quisiera
que cada estrofa fuese
barricada,
puño en alto resistiendo,
avanzando,
golpeando a contracorriente,
con saña.
Hoy quisiera
(como ayer, como mañana)
parir, a dolor y sangre hirviente,
un poema monstruoso con que aterrar a los cómodos,
a los cautos,
a los pusilánimes,
hasta a los valerosos;
epanadiplosis tras epanadiplosis
de revolución.
Pero hoy
(como ayer, como mañana)
es bien sabido
(la Historia lo constata)
que la revolución
nunca la hicieron hambrientos.
Y hoy
(como ayer, como mañana)
tú
me faltas.
Gracias a ti, enlaluna (¿sabes?, en tus escritos -que últimamente echo de menos-, y también en este escueto comentario, a veces, creo descubrir a otra persona -aunque sé que no es así-)
Un abrazo
Rafa