La máquina
Cada mañana, cuando, como un autómata, me incorporo al mecanismo, me siento metálico.
Una minúscula y prescindible pieza metálica cuyo único fin, como el del resto de pequeñas piezas metálicas que me rodean incomunicadas, millones y millones de pequeñas piezas imperceptibles e inútiles, es desgastarse lo antes posible para ser sustituida por otra pieza idéntica e igualmente innecesaria.
Una minúscula y prescindible pieza metálica cuyo único fin, como el del resto de pequeñas piezas metálicas que me rodean incomunicadas, millones y millones de pequeñas piezas imperceptibles e inútiles, es desgastarse lo antes posible para ser sustituida por otra pieza idéntica e igualmente innecesaria.
Como remedio, como cura a la metalización de nuestros universos personales, propongo la sublevación, la revolución de cada uno de nuestros atomos con el ánimo incorruptible de pasar por la guillotina a todas y cada una de las cosas que nos convierten en seres autómatas, en usuarios del mundo y en meros clientes con derecho a unos pocos metros cuadrados de existencia. Epecemos siendo politica y socialmente incorrectos, ahora mismo suelto este puto teclado y me enciendo un cigarro, aún me queda grande el collar con el que quieren atarme. Mis saludos compañero.