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La búsqueda

Mirando al cielo sin fe,
Mirando, sin ver, con las manos vacías,
Como océano lamiendo un mar de arena fantasma,
Arrastrando con los dientes las cadenas de la frágil existencia,
En mitad de la bruma impalpable de un sueño
Que irá diluyéndose en la noche
Cerrada de la inmemoria.

Aullando a las alturas a víscera abierta
Sin la esperanza de un eco que, al menos,
Haga más compasivos los tañidos del silencio,
Con esquirlas afiladas penetrando hasta el pulmón de la increencia
-Sólo humo que se nos derrumbará sobre el verbo,
Inconsistencia de lo incorpóreo
Y condena que arderá con su patíbulo-.

Clamando, rogando, reclamando…
Como perro sarnoso y pordiosero
Suplico, oh sí, suplico, con lágrimas en llaga viva
El leve fulgor de una estrella
Que aplaque mis ansias de eterno.
archivado en:
paquita
paquita dice:
13/02/2007 21:31

Clamando, rogando, reclamando…

Suplico, oh sí, suplico, con lágrimas en llaga viva (...)

¡Qué fácil parece que manejáis algunos "el teclado"!

Besos y más "Bersos". PAQUITA

Manolo Rubiales
Manolo Rubiales dice:
13/02/2007 23:44

Verdaderamente, en ocasiones, la sensación de eternidad es tan real y, a la vez, tan intangible, como ese parpadear incierto, difuso, lejano, a fin de cuentas, de las estrellas.

Cerveza y besos.

Victoria
Victoria dice:
14/02/2007 01:10

La búsqueda es tan insaciable,

la esperanza tan desesperante

y la ansiedad tan palpitante,

que no hallamos

que no alcanzamos,

y nos dejamos la piel en ello.