La bomba estalla
No alcanza a comprender
cómo ha llegado a esto.
Pero ahora, en la inminencia
de su acto de barbarie,
duda en tanto recuerda
las bombas sobre Alepo, la farmacia
hecha añicos, la esposa
muerta, ¡muerta!, los hijos
muertos bajo un turbión
de impotencia y escombros,
la huida, el mar Egeo
"cadáveres flotando",
la frontera de Hungría
cerrada a cal canto
"los golpes, los disparos
policiales", el hambre,
la lluvia, el viento, el frío...
La llegada a "La Jungla", el desalojo,
los gases lacrimógenos,
los cañones de agua,
la miseria, el desprecio,
el desprecio, el desprecio,
el desprecio, el desprecio...
"¡para volverse loco!"
La bomba estalla. Deja
al menos quince muertos
y decenas de heridos.
Mañana, en las noticias,
sin pruebas todavía
que lo avalen, dirán
que, sin lugar a dudas,
era un cruel terrorista,
un radical, un perro
islamista atentando
contra la libertad
y la paz en Europa.
Un perro terrorista. ¿Quién podría,
con los antecedentes
citados, afirmarlo
sin, en principio al menos,
albergar una duda?