Inclemencia
Talada la esperanza tajo a tajo,
Su exangí¼e corazón ya es sólo un hueco
Estático, enlutado, helado y seco,
Caníbal devorándose a destajo.
Sin pulso es un atónito pingajo,
Quimérico e inútil embeleco
Que, mudo, implora el bálsamo de un eco,
Rendido, sin aliento y cabizbajo.
Y, yermo en la añoranza, languidece,
Tirando de sus huellas con desgana:
La vida, sin los sones de un mañana
Que den sentido al duelo, no merece
La pena ser vivida; es un calvario
Tan sórdido y brutal como precario.
Permítame, si usía me hace er favó,
que pete al dente, al dent, la cara al dent,
aquello que no es más que mi estrambote,
Dices,
Tan sórdido y brutal como precario,
digo,
el torso dejarse tatuar por un templario,
o ponerse un piercing pa makeá na más,
del que penda un vetusto escapulario.
El vino del buen jamón y la vástaga de mejor ver del arcipreste de Íta(ca).