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Fábula indocumentada
A Augusto Monterroso.
En tiempos prehistóricos,
Los hombres
Temblaban de terror en las cavernas,
A causa del tiránico dominio
De los más gigantescos de los saurios:
Perfectas maquinarias de matar,
Tan hábiles, soberbias y voraces,
Que nunca el ser humano,
En su insignificancia manifiesta,
Lograba imaginarse derrotándolas.
Pero un día, cansados de su miedo,
Los hombres se aliaron decididos
A hacer frente a la bestia
Más fuerte y sanguinaria de entre todas;
Y, no sin gran esfuerzo, consiguieron
Batirla en retirada y darle muerte.
Supongo que, al oír lo que he narrado,
Habréis pensado que este fabulista
Debió volverse loco,
Que no tiene la más remota idea
Acerca del asunto,
Y ha cometido un gran error histórico.
Mas esto no es así.
No alberga duda alguna este poeta
De que los grandes saurios,
Surgidos a mediados de triásico
Y extintos a finales de cretácico,
No han coincidido nunca con el hombre
En la oprimida faz de este planeta.
Pero
Qué hermoso ha sido,
Compañeros,
Soñar que alguna vez, quizás, los hombres,
Unidos contra su hosca tiranía,
Lograron derrotar al Dinosaurio.
ESto es puro crecimieto, Rafa, o un cátering trucado, vaya Vd. a saber.