el fruto más preciado
pequeño
húmedo
íntimo y fresco
al que voy para sentir
que aún estoy vivo
cada mañana
y allí
permanezco un instante
fugaz
apresurado
más tan intenso
que se me antoja eterno
en un rincón que da al norte
hay un arbolillo
menudo
inadvertido entre la feracidad
generosa
de manzanos, granados y cerezos
sé que nunca me dará frutos
pero igual cada día
me acerco a sentirlo
y entonces entristece
y en silencio me dice
¿qué haces aquí?
¿no ves los manjares que te ofrecen
el avellano
el naranjo
el almendro?
unos en junio
otros por enero
vete a probarlos
que yo ya estoy seco
pero yo insisto
y cada mañana
vuelvo a su lado
ajeno a la fertilidad del huerto
al huerto
le he visto llegar los inviernos
inundarse de hojas muertas
y tomar un tono ocre
con aroma a cementerio
pero mi arbolillo
siempre es primavera
y me cobija en su sombra
tan dulce e inmensa
y me anega de flores
aromas
colores
únicos
penetrantes
de dulzura agreste
que inundan mi alma
cada mañana un instante
fugaz
apresurado
mas tan intenso
que me hace sentir vivo
que me hace sentir bueno
gustar ecopoema, harto de espermas egocéntricos, esto sí poesía rústica buena.