De impunidad, víctimas y verdugos
La Sevilla cateta, con su alcalde "hipotenuso" a la cabeza, se ha quedado compuesta y sin novio. Y lo primero al respecto, cómo no, ha de ser la expresión de una empatía tan sincera como dolida para con las víctimas de las causas inmediatas: cinco policías blancos muertos a manos de un negro. Como Obama. Y también para con las de las no tan inmediatas: negros y más negros, también como Obama, asesinados impunemente por policías blancos desde hace tanto. Maldito odio racial y maldita impunidad de los asesinos raciales y de estado, que han dejado a la Sevilla cateta, compuesta, sin novio, despechada. Sin poder manifestar su admiración, que no sumisión y vasallaje, por uno de los mayores símbolos hoy del Imperio. ¿Se habría acicalado tanto la coqueta Sevilla cateta para tratar de agradar, por ejemplo, a José Mujica en los tiempos en que, tal como ahora lo es Obama, también era el presidente de un Estado soberano? Sin duda: Sevilla, la Sevilla cateta, que hoy nos sirve de metáfora del mundo, tiene un color especial. Y es siempre acogedora y generosa con aquellos que la visitan. Y sabia diferenciando a víctimas y verdugos. No como ese cartel de IU instando a Obama a volverse por donde vino, que tanto ha molestado a los judíos, esas víctimas del pueblo palestino a las que Obama financia, entre otras cosas, las armas que necesitan para defenderse de tan sofisticada y criminal amenaza. Víctimas y verdugos, impunidad y crímenes, siempre valorados en su justa medida en este mundo cateto pero siempre acertado y ecuánime en sus dictámenes. Obama, go home; el pueblo norteamericano te necesita. La Sevilla cateta, aun compuesta y sin novio, sabrá entenderlo.