De Auswitch a Guantánamo
Pero no; ni aún sucediendo en el territorio arrebatado gloriosamente al último bastión de las dictaduras comunistas, para el fin de las libertades y los derechos, son creíbles tantas falsedades sobre tratos inhumanos. En el resto de Cuba, seguro que sí, pero en Guantánamo… no, hija, no. Lo más probable es que todo se trate de una conspiración urdida allá por el año 2001 por unos fundamentalistas apestosos e ignorantes en las repugnantes covachas del desierto iraquí. Estaba todo planeado escrupulosamente, para que quinientos seres humanos fuesen trasladados a Guantánamo, donde reciben mejor trato que en un hotel de cinco estrellas –no se olvide-, para que más tarde allí, algunos pudiesen inmolarse con el objetivo de declarar la guerra a los Estados Unidos de Norteamérica, a Occidente y a toda la “Civilización” conocida y por conocer. Una “pedazo” de estrategia tan bien urdida que ha terminado dando al fin sus podridos frutos. Ni Capablanca en sus mejores tiempos hubiera hilvanado tan minuciosamente la partida, gambito de dama incluido, a pesar de ser también un maldito cubano.
En fin, que finalmente tres terroristas indeseables han conseguido llevar a la práctica sus indeseables propósitos de colgarse hasta morir para declarar la guerra a los señores de la guerra –esto de señores, entiéndase como un eufemismo para evitar blasfemar más de la cuenta, que uno también es ateo, pero nunca se sabe-. Pero, a pesar de ese crimen tan perverso, nos dicen que “se está tratando a los cadáveres con respeto” ¡A buenas horas mangas verdes!
Perplejidad, amén de las nauseas.
Pero ¡por todos los santos custodios!, ¿qué especie de cutrísima versión del Ministerio de la Verdad orwelliano –que, recuerden, se encargaba de falsear la Historia y propagar la mentira- ha podido idear tanto disparate?, ¿qué suerte de drogas de diseño se han podido meter en vena los portavoces de estos nuevos camisas negras para proclamar tamaña estulticia a los cuatro vientos sin atragantarse ni pestañear?
Perplejidad, perplejidad y más perplejidad. Amén de las nauseas, que no paran de crecer de modo exponencial a medida que conozco, entre tanto ruido informativo, más detalles del macabro suceso. Dentro de unos días, ya verán, se hablará como mucho de incidente.
Pero a pesar de la confusión que me embarga, hay algo de lo que no me cabe la menor duda. En Guantánamo se ha declarado, una vez más, la guerra. La guerra de Estados Unidos contra la Humanidad, contra el resto del Mundo. Y si lo de las armas de destrucción masiva empezó y terminó resultando ridículo como coartada, el argumento del suicidio de destrucción masiva sonaría ya a chiste malo, si es que no fuese para patalear y llorar a moco tendido. Y entretanto los estados mundiales que se autodenominan democráticos sin decir esta boca es mía, en clara complicidad con el lado oscuro, ya por acojonados, ya por esos intereses de mercaderes indecentes que merecerían estar siendo arrojados a latigazos del templo per sécula.
Ahora empiezo a entender el porqué del veto yanqui al jamón ibérico. Y es que el en cebadero del Pentágono, sin olvidar a la Casa Blanca, debe haber un amplio stock porcino –y ya saben que estamos en los altares del libre comercio y la globalización-. Aunque de llegar a comercializarse estos orondos ejemplares de peste porcina made in USA, igual nos vemos obligados a desechar esa parte del refranero que nos dice que “del cerdo hasta los andares” Porque estos cerdos del Pentágono son puro desperdicio. Nauseas y más nauseas.
¡Paren esto!, ¡qué quiero bajarme! ¿No habrá una parcelita para mí en Orión?, mismo.
Saludos Rafa. El pueblo americano, al cual, por circunstancias de mi vida, conocí durante el suficiente tiempo como para concluir con son, en su conjunto, seres capaces de las mayores grandezas pero también de las mayores felonías, y todo ello debido a que, por cultura y por un cierto caracter bobalicón, son altamente manipulables, el espíritu crítico es marginal y las deducciones mentales de un americano medio no llegan a más que a simples silogísmos parbularios. Con este panorama no es de extrañar que facilmente comulguen con ruedas de molino sin que les produzca la natural arcada de repulsión o autocrítica y den por un hecho normal que su gobierno practique una política basada en el far west, en el ojo por ojo, en la conspiración y en el abuso, propio del primo grande de zumosol. Lo ven tan normal que siguen sosteniendo electoralmente las mismas opciones políticas sin remisión, ni remota, a otras posibilidades. Para colmo de barbaridades el segundo de a bordo del mamón del Bush, que debe ser tan mamón como su jefe, va y dice que los suicidios de Guantánamo son un acto de guerra. Y es que comer tanto burguer prefabricado, tanto ketchup y beber tanta chispa de la vida no debe sentar muy bien a las neuronas, mejor nos quedamos con el jabugo, del nuestro, y con nuestra sana capacidad de reflexión.