Usted está aquí: Inicio / Las alas del lobo / Blog / Contenedores de colores

Contenedores de colores

En mi barrio había un contenedor azul, de esos destinados a que los ciudadanos depositemos selectivamente los envases de vidrio, eso sí, sin que nadie nos haya informado ni formado previamente sobre las pautas a seguir para su buen uso, que todo tiene su ciencia. Y un día desapareció. Ya lo repondrán, pensé, y comencé a acumular botellas en casa hasta que no cabían más. Entonces, acuciado por esas campañas mediático – propagandístico - culpabilizadoras del ciudadano - políticas las llevé a un contenedor, también azul, sin su camisita ni su canesú, que estaba allá por el quinto infierno. Y de nuevo inicié la labor de almacenaje… a la espera. Ya hará un año. Y sigo esperando.

En este tiempo he recordado en innumerables ocasiones aquella visita que hice una vez, en el término municipal de Villarrasa, a lo que, con un cinismo sin parangón, llaman nuestros políticos provincianos, y también los cosmopolitas, Planta de Reciclaje. Y como en el vertedero de rechazos o inertes se acumulaba una infinidad de bolsas de basura, sin abrir, sin haber pasado por la zona de de triaje para separar “el polvo de la paja” de modo que a ese vertedero de “apoyo” sólo fuera lo que tenía que ir, los rechazos inertes. Pero no, allí había de todo. También he recordado las inmensas montañas de compost al borde de ese mismo vertedero a la espera de que una buena tormenta se los llevase por los arroyos.

Y llegó un momento en el que decidí que yo podía ser un ciudadano con un poquito de conciencia ecológica, pero que lo que no quiero ser es un completo gilipollas. Y ya tiro mis vidrios a donde me dictan mis partes pudendas, es decir, al sitio de siempre.

“Sea un ciudadano modelo”. “Ahorre energía en casa; no deje, ¡leches!, el televisor encendido si no se está chutando su dosis de atolondramiento en ese momento con él”. “Aunque tú puedas, España no puede”. “Use mecheros de yesca, que así ahorramos combustibles fósiles”. “De su pequeña contribución depende el futuro del Planeta”. “Nosotros, los que tenemos la sartén por el mango, sin su ayuda, ¡ciudadano!, no podemos”… ¡Y una leche pasteurizada! ¿Para qué separo yo mi basura si no me ponen un contenedor donde depositarla? ¿Para qué si luego se vuelve a juntar toda en el mismo sitio? ¿Para qué me compro una bombillita de bajo consumo, si las casas las hacen para que tengamos que acabar poniendo aire acondicionado y que así ganen mucha, mucha pasta las compañías eléctricas que se frotan las manos ideando como lograr que cada año se incremente más y más el consumo energético doméstico? ¿Para qué voy a cuidar mis plazas y mis parques si, tarde o temprano vendrá un desalmado público, mamporrero de los poderes del lado oscuro, a cortarles los árboles o a cubrirlos de hormigón. “Ciudadanos, sean buenos, sean ecológicos, sean gilipollas, que ya, nosotros nos encargamos de ser malvados, una plaga y muy, muy listos” Pues sí que vamos ídem.

En mi barrio, en la calle Encinasola concretamente, había un contenedor azul, sin camisita ni canesú. Y desapareció. Si algún día los lacayos de los cortadores de árboles y de los sepultureros del hormigón y del asfalto me devuelven mi contenedor, por esas cosas de la caza y captura del voto propias de las épocas electorales o por algún otro oscuro motivo, casi seguro que con carácter bastardo, yo volveré a depositar en él los vidrios que me obligan a comprar la industria y el culto pagano a las grandes superficies comerciales, pero conozco a muchos que lo hacían y ya no lo volverán a hacer. Y me dirán, con razón, “¡tú, Rafa, es que eres gilipollas!” ¡Vengan después con campañas estúpidas en las que no creen sobre lo que podemos hacer los ciudadanos con nuestro pequeño esfuerzo por el bien del Planeta!, que estarán tirando el dinero, pero, claro, como el dinero no es suyo. El Planeta, parece que creen que sí, y que por eso pueden hacer con él lo que les venga en gana. Hasta disponer de su vida, como ocurría antaño, y también hoy, con los esclavos y las concubinas.

¡Salvajes sin dignidad, escrúpulos ni vergí¼enza! En mi barrio, había un contenedor de color azul, sin su camisita ni su canesú. Desapareció y no ha vuelto. Durante un tiempo lo eché de menos. Pero al igual que todo vuelve a casa por Navidad, mi contenedor, seguramente, volverá con las elecciones. Pero ya, a muchos, no les apetecerá acercarse a ese juguete olvidado. Cosas de la cultura del usar y tirar.

archivado en:
rafa leon
rafa leon dice:
04/07/2006 02:05

Bueno, nada más colgar el artículo, me di cuenta que había en el un error. Lo primero que pensé fue editarlo para corregirlo. Y añadí un párrafo más que solucionaba el tema. Pero después me di cuenta de que, en realidad, ese error, formaba parte del propio contexto del artículo, de ese desconocimiento que tenemos sobre muchas cosas relativas a los residuos. Y decidí esperar un poco, para ver si alguién venía a decirme: ¡eh! que te has "colao". En fin, creo que, a estas alturas, ya es bueno reconocer la metedura de pata y, sin editar el artículo, añadir en este comentario, ese párrafo final. Ahí va:





"Sí, en mi barrio hubo una vez un contenedor azul para depositar el vidrio. O ¿era verde? No sé, como hace tanto que no lo veo, como nunca me informaron sobre los significados y esencia de los contenedores de colores, igual estoy confundido y era verde. O amarillo… No, amarillo no, que estos son para las pilas. Creo."