Apisonadora
Espera uno atrapado en el asfalto
Que acuda una mujer con flores tiernas
A abrir grietas de luz al pavimento
Que aflojen la mordida del desahucio;
Que estallen abolidos los portazgos
Fraguados de naufragios sin marea,
Y al alba se desprendan del rocío
Efluvios con aroma a puerta abierta.
Mas, plúmbea, en los ladridos de la noche
Se palpa una fragancia de aguas muertas
Que colma de alquitrán boca y pulmones,
Y ocupa la matriz de los deseos
La gélida semilla de un destierro
Perpetuo tras los muros de la pérdida.