Reciclaje de fantasmas
Después de catorce años esperando, casi añorando, el derribo del Hospital Manuel Lois, el lunes empezaron las obras de demolición. En Huelva se esperaba este desplome como en el resto del mundo se esperaba la desaparición del general Augusto de Chile. Y, cosas de las casualidades, ambas moles sucumbieron casi al unísono.
El dictador se fue con lo puesto, es decir, que no se dejó en este planeta, ni siquiera en su pueblo al que tanto odió, un poquito de responsabilidad, un poco de perdón, algo que sirviera para reciclar su desprecio por la humanidad. Nada. Se fue insultante y cómodamente, como un abuelo que volviera de su último viaje con el Inserso. El edificio que fuera un hospital parece que se va también con todo el contenido, sin que se sepa dónde se depositarán sus restos o qué legará para el reciclaje.
Dicen que los hospitales guardan dentro de sus entrañas las historias y los historiales de todo el personal –civil y sanitario- que por sus blancas habitaciones han pernoctado. Dicen que los fantasmas o espíritus de la población perdida en la mesa de operaciones o en las salas de espera, han vagado por las instalaciones desde que les llegó la hora. Adónde irán, me pregunto, estas almas en pena que tuvieron su momento estelar siendo protagonistas en Cuarto Milenio con Íker Jiménez y sus sicofonías. Las autoridades competentes en temas esotéricos deben tener controlados estos residuos tan volátiles y tan ingrávidos.
También dentro de las clínicas de salud suelen quedarse para siempre ciertos residuos más tangibles y más peligrosos, según se mire y quién los mire, principalmente. Adónde irán a parar, me pregunto también, los restos de amianto que protegían las salas de rayos X. Y adónde irán los materiales de radiografías propiamente dicho? Habrán tenido en cuenta la volatilidad de los isótopos, tan de moda ahora en Europa con lo del Polonio 210? Seguro que la demora se debe a la seguridad que las autoridades quieren conferirnos.
Dado que Huelva cuenta con un vertedero de residuos radiactivos aquí en las balsas de fosfoyesos (sí, siguen ahí), lo mismo se ha pensado en la dicha blanca zona marismeña para su destino y seguro que hasta tienen ya contratada a la empresa gestora que se encargará de su tratamiento. Sin embargo, los fantasmas… los fantasmas son más difíciles de tratar. Son más escurridizos, más insolentes. Aunque de reciclaje de fantasmas también sabemos un rato por estos lares.
Cuentan que en Chile se presenta el dilema sobre el vertedero para residuos peligrosos en que colocarán las cenizas del tal Augusto. Pero ya han descartado Huelva, que les queda demasiado lejos.
El dictador se fue con lo puesto, es decir, que no se dejó en este planeta, ni siquiera en su pueblo al que tanto odió, un poquito de responsabilidad, un poco de perdón, algo que sirviera para reciclar su desprecio por la humanidad. Nada. Se fue insultante y cómodamente, como un abuelo que volviera de su último viaje con el Inserso. El edificio que fuera un hospital parece que se va también con todo el contenido, sin que se sepa dónde se depositarán sus restos o qué legará para el reciclaje.
Dicen que los hospitales guardan dentro de sus entrañas las historias y los historiales de todo el personal –civil y sanitario- que por sus blancas habitaciones han pernoctado. Dicen que los fantasmas o espíritus de la población perdida en la mesa de operaciones o en las salas de espera, han vagado por las instalaciones desde que les llegó la hora. Adónde irán, me pregunto, estas almas en pena que tuvieron su momento estelar siendo protagonistas en Cuarto Milenio con Íker Jiménez y sus sicofonías. Las autoridades competentes en temas esotéricos deben tener controlados estos residuos tan volátiles y tan ingrávidos.
También dentro de las clínicas de salud suelen quedarse para siempre ciertos residuos más tangibles y más peligrosos, según se mire y quién los mire, principalmente. Adónde irán a parar, me pregunto también, los restos de amianto que protegían las salas de rayos X. Y adónde irán los materiales de radiografías propiamente dicho? Habrán tenido en cuenta la volatilidad de los isótopos, tan de moda ahora en Europa con lo del Polonio 210? Seguro que la demora se debe a la seguridad que las autoridades quieren conferirnos.
Dado que Huelva cuenta con un vertedero de residuos radiactivos aquí en las balsas de fosfoyesos (sí, siguen ahí), lo mismo se ha pensado en la dicha blanca zona marismeña para su destino y seguro que hasta tienen ya contratada a la empresa gestora que se encargará de su tratamiento. Sin embargo, los fantasmas… los fantasmas son más difíciles de tratar. Son más escurridizos, más insolentes. Aunque de reciclaje de fantasmas también sabemos un rato por estos lares.
Cuentan que en Chile se presenta el dilema sobre el vertedero para residuos peligrosos en que colocarán las cenizas del tal Augusto. Pero ya han descartado Huelva, que les queda demasiado lejos.
Lo cierto es que los residuos que ha dejado el criminal dictador, y no me refiero a sus cenizas sino a los residuos ideológicos, son altamente peligrosos, más si cabe que los que contienen los fosfoyesos, pues no olvidemos que asesinó, físicamente, a miles de personas, y, moralmente, a decenas y decenas de miles.
Un beso
Rafa