Cuatro por Cuatro
¿Sabe alguien si la DGT ha realizado alguna estadística mediante la que pueda saberse cuántos vehículos todoterreno se ven implicados en accidentes de tráfico con resultado de muerte? De muerte sobre todo para los ocupantes del otro vehículo. Si la carretera es zona de alto riesgo y meterse en ella es poco menos que meterse en franja de guerra, cuando el "enemigo" viene armado con un cuatro por cuatro, la muerte es casi segura.
¿Sabe la gente que reivindica constantemente desdobles y nuevas carreteras la cantidad de vidas con las que todavía contaríamos de haberse reivindicado y conseguido el tren en vez de haberlo dejado desaparecer en pro de las carreteras malditas? Este capitalismo feroz del que formamos parte y al que le seguimos el juego (bajo la trampa de que no hay otro) nos convence de la obligación de tener derecho. Ni más ni menos. Es obligatorio tener la posibilidad de disfrutar de carreteras, de coches de gran cilindrada, de llegar cuanto antes. Vale que es un derecho gozar de los servicios del estado del bienestar, pero cosa distinta es que te obliguen a necesitarlos.
La panacea del logro político es desdoblarles las carreteras a los vecinos. Los vecinos de donde sea; es más, no es necesario ni que sean vecinos de ninguna parte. A desdoblar todos y a desdoblarlo todo. A gastar dineros en multiplicar el alquitrán de Doñana y a gastar más en proyectos de protección del lince ibérico. Qué más protección que una jaula para un animal tan inquieto, que para colmo es analfabeto.
La parte que a mí me corresponde del derecho a gozar de un cuatro por cuatro y de un desdoble hasta el norte de la provincia me lo invierten, por favor, en un ferrocarril digno. Es cuestión de vida o muerte.
¿Sabe la gente que reivindica constantemente desdobles y nuevas carreteras la cantidad de vidas con las que todavía contaríamos de haberse reivindicado y conseguido el tren en vez de haberlo dejado desaparecer en pro de las carreteras malditas? Este capitalismo feroz del que formamos parte y al que le seguimos el juego (bajo la trampa de que no hay otro) nos convence de la obligación de tener derecho. Ni más ni menos. Es obligatorio tener la posibilidad de disfrutar de carreteras, de coches de gran cilindrada, de llegar cuanto antes. Vale que es un derecho gozar de los servicios del estado del bienestar, pero cosa distinta es que te obliguen a necesitarlos.
La panacea del logro político es desdoblarles las carreteras a los vecinos. Los vecinos de donde sea; es más, no es necesario ni que sean vecinos de ninguna parte. A desdoblar todos y a desdoblarlo todo. A gastar dineros en multiplicar el alquitrán de Doñana y a gastar más en proyectos de protección del lince ibérico. Qué más protección que una jaula para un animal tan inquieto, que para colmo es analfabeto.
La parte que a mí me corresponde del derecho a gozar de un cuatro por cuatro y de un desdoble hasta el norte de la provincia me lo invierten, por favor, en un ferrocarril digno. Es cuestión de vida o muerte.
Y las rotondas, hija, y las rotondas, que vienen a "redondear" el asunto.
Supongo que desde tu escoba, verás los desdobles con las rotondas como una sinfonía de piruletas, ¡que dulzura!
Salud.