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Una muerte, siete vidas

Los Reyes Malos le regalaron un derrame cerebral. Su muerte donó siete órganos que salvaron siete vidas. Cacuito recibió un pulmón para seguir fumando. Su hermano, un hígado para seguir privando. Su padre, un riñón para seguir orinando. Su mujer, otro corazón para seguir amando. En total, siete cachos de cuerpo humano que suponían siete esperanzas para siete personas. Trozos inanimados que hubieran paladeado los gusanos. Desperdicios para la parca hambrienta, sustento de la tierra húmeda, excusas para la reencarnación. Hoy corre por ellos otra sangre, otras vísceras calientes, otras almas con fe renovada en la generosidad humana, en la humanidad exenta de superstición. Su muerte no fue en vano: permitió a nuevos hermanos abrazar próximos amaneceres. Ya lo sabemos. El gato no es el único animal con siete vidas. Milagros de los Reyes Malos.