Sus satánicas caraduras
El negocio de la cultura, bastardeado por el influjo de la pasta fácil, se ha infectado de mindunguis analfabetos, la jeta más dura que el casco de la hormiga atómica. Taconean bien o mal en un lujoso escenario, ejecutan con mayor o menor destreza los tres acordes que fueron capaces de aprender, exhiben impúdicos sus frases hechas en libros de sólidas tapas, te plantan sus performances e instalaciones en una vía pública, se rodean de toda suerte de pirotecnia fatua y piensan que el mundo debe detenerse y rendirle pleitesía. El problema es que a veces ocurre. Surgen los fanáticos que dan de papear a su ego y a su cuenta corriente. Luego tenemos que aguantar en todos los telediarios de todas las horas de todas las cadenas los infantiloides lamentos de Cacuito. Nadie le enseñó que no se ama a los mitómanos: simplemente, se les falta el respeto.