Sin ti

“Sin ti ni a por gurumelos puedo ir”, eso confiesa la hija de Cacuita a su chorbo. “Sin ti no soy nada”, canturrea acordándose de Amaral. Ella se atragantó de arte. Las pelis le contaron que el amor es una media naranja que te exprimirá de dependencia. Lo creyó. El amor como una bendición envenenada de esclavitud. Una negación a la individualidad. Una consciente asunción de roles que imposibilita resolver las propias carencias. “Esta noche sin ti te quise más”, se sincera cuando lo recibe a la vuelta de una farra, bien mamao como es debido. Dentro de unos años, un psicólogo que no se tragó ninguna película falaz le enseñará que amar no es autoaniquilarse, no es encontrar una media naranja, sino una naranja entera. No es decirle a tu cari te quiero porque te necesito. Es regalarse autonomía. Y gritar consciente: te quiero porque quiero.