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Chapas La Dehesa

Cacuito no podrá canjear un cartón que, gracias a ser cinéfago habitual, le iba a facilitar acceso gratuito un lunes o un martes al Multicines La Dehesa de Cacúa. Como ustedes saben, lo han chapado. “Siempre le quedará Islantilla”, pensarán con aire bogartiano. Dicen que la culpa del cierre fue el caso omiso que el público dedicaba a las pelis españolas que allí se proyectaban. Quizás el pedestre cine español no merezca otra cosa. No crean en demagogias. No sean ilusos. El producto autóctono y otras pequeñas producciones foráneas –independientemente de su calidad-, de escaso valor para el público, suelen proyectarse en cines con problemas económicos como para alquilar superproducciones. O sea, cuando la cosa está jodida, como el caso que nos ocupa. Como ya le ocurrió a El Rábida y después a El Emperador. El cine nunca fue una fábrica de sueños. Son empresas con ánimo del mayor lucro posible, no lo olviden, y si por ellas fueran, nos darían cien tazas más del mismo caldo con tal de incrementar sus beneficios. De hecho, ocurrió al principio con La Dehesa, hasta el momento de la inauguración de los Multicines Aqualón. Durante muchísimas semanas, idéntica cartelera en uno y otro cine. La misma basura cinematográfica. Como era lógico, insisto, en empresas a las que nada importa ofrecer calidad cultural al ciudadano. Paradójicamente, y en beneficio del cinéfilo, las alternativas aparecieron con los problemas. La disparidad de estrenos se acució, y los menos deplorables los acaparaba La Dehesa. Porque eran más baratos. Se ha escrito durante estos días que hemos sufrido una gran pérdida. Culturalmente hemos perdido muy poco. Porque nunca hubo nada. Estaría justificado lamentarse por la chapa a un multicines de programación excelente, caso el Avenida de Sevilla. Ahora no culpemos de nuevo a la supuesta apatía cacuina. Los motivos de la pérdida son otros. Los cines ya no se atreven a prohibir –es ilegal- el acceso a los espectadores cargados de palomitas, golosinas y bebidas diarreicas, cuando gran parte de sus ingresos provienen de la venta directa en su propio ambigú. Por otra parte, el ciudadano medio de hoy confunde la adicción a las compras con el ocio. Para muchos se trata de la misma cosa. Y La Dehesa, a diferencia del Aqualón, no contaba con la muralla infranqueable de un multicentro comercial.